El difícil contexto económico por el que está atravesando España está teniendo reflejo en el incremento del hurto en los establecimientos comerciales. En lo que al sector de alimentación se refiere, el abanico de productos susceptibles de ser robados se ha multiplicado y el “ladrón” ya no entiende de valor. El objetivo se ha atomizado, desde artículos de primera necesidad a los productos tradicionalmente más caros y más vigilados. El hurto se ha convertido en una preocupación más para los operadores de distribución alimentaria, que, a la par, asisten a la caída progresiva del consumo y a la creciente reducción de los márgenes de venta. Según los últimos datos publicados en el ‘Barómetro Mundial del Hurto en la Distribución’, correspondientes al periodo comprendido entre julio de 2010 y junio de 2011, el índice de pérdida desconocida sobre ventas se situó en el 1,4% en España, pese a que desde 2001 y hasta la fecha mencionada, las empresas de distribución han invertido algo más de 6.000 M€ en dispositivos antihurto. Así, se ha pasado de los 400 M anuales en el inicio de la década a los cerca de 800 M de los últimos ejercicios. En 2010-2011, las empresas de distribución de todos los sectores de retail que aportaron datos al “barómetro” declararon pérdidas desconocidas por valor de 3.268 M€, un 7,6% más que el periodo precedente, teniendo en cuenta el hurto externo (por parte de los clientes), interno (propios empleados) y los cometidos por proveedores y por posibles errores administrativos. Al mismo tiempo, las ventas de estos distribuidores cayeron un 19,2%, hasta los 25.014 M€.