Según un informe publicado por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv), en relación a las perspectivas para el cierre de la campaña vinícola 2017/2018, la principal conclusión es que se esperan complicaciones, debido a la reducida cosecha de 2017 y las subidas de precio en vendimia, que podrían afectar a los mercados en dos direcciones: una previsible pérdida de mercados en términos de volumen (más en exportación que en el mercado nacional, particularmente entre los de menor valor medio) y un estrechamiento de márgenes en las empresas por la dificultad de trasladar el 100% de las subidas en vendimia al cliente (particularmente entre las menos diversificadas y las que concentran mayor parte de sus ventas en productos del año).
En relación al mercado nacional , y atendiendo a experiencias anteriores, se espera que la subida de precio en vendimia repercuta de forma parcial en el precio y, por tanto, en una pérdida de consumo, particularmente en los segmentos más económicos, con posible traslación de más consumo a otras bebidas y, especialmente, la cerveza. Salvo que horeca consiguiera compensar las previsibles caídas en hogares, esta evolución posiblemente nos haría volver nuevamente al nivel de los 10 M hl de consumo interior que parecíamos estar superando en 2017.
En relación a las exportaciones, el informe del OeMv indica que la corta cosecha española ha coincidido con cosechas también reducidas de nuestros principales vecinos y productores mundiales, si bien las buenas vendimias en el hemisferio sur en marzo hacen prever que se mantenga la tendencia actual de similar o menor volumen mundial comercializado, a precios medios más elevados, con una facturación ligeramente al alza.
En el caso de España, todavía con un 55% del volumen de exportación de vinos a granel (20% del valor total) y más de 4 M hl de mosto, la reducción de la cantidad disponible de vino y su consiguiente elevación de precios se podría dejar notar de forma especial. La facturación internaciona l de los vinos españoles se podría mantener ligeramente positiva, por encima de los 3.000 M€.
El reto para las empresas está en cómo asumir los porcentajes de incremento de coste que no se puedan trasladar íntegramente a los clientes y en su caso, cómo asumir la perdida de ventas que pueda derivarse del incremento de precios que sí se traslade hasta el consumidor.
En ambos casos (riesgo de menor margen y riesgo de pérdida de mercado), las amenazas son mayores para las empresas menos diversificadas y más vinculadas a productos del año, en las que no se dispone del colchón que ofrecen existencias de años anteriores y el margen es normalmente más pequeño (y, por supuesto, mucho mayor el efecto sobre aquellas empresas que han perdido una gran parte de su producción este año).
Precisamente por ello, esta situación de mercado también supone una oportunidad, al incrementar la tendencia hacia la diversificación en las carteras de producto y su “premiumización”: búsqueda de clientes, tipos de productos y líneas de comercialización que en el futuro nos hagan menos dependientes de las amplias variaciones de precio en vendimia. Una tendencia que ya viene dándose entre las bodegas españolas en los últimos años, que se plasma en más y mejores departamentos comerciales, redes de distribución, información de mercado y esfuerzo promocional, acompañados de mejora en producto e imagen, y que debe llevar hacia la mejora del valor de nuestros vinos, de forma más estable.