Evolución previsible
Un peligro a destacar, y más en el ámbito de la salud y en un entorno como el que postulamos de procesamiento masivo de datos, es todo aquello relacionado con la protección de la intimidad de los ciudadanos. Por ello, es imprescindible una adecuación a la legislación en materia de protección de datos y al Esquema Nacional de Seguridad, ya que aunque son condiciones necesarias y requeridas que pueden verse como barreras, la falta de adecuación a estas puede dar lugar a situaciones de indefensión de los ciudadanos al poder modelar datos sin su consentimiento. Como ejemplo, los responsables de la información tienen que hacerse las preguntas adecuadas cuando se implantan este tipo de sistemas como son qué derechos tienen los pacientes y qué datos pueden almacenarse y analizarse por su relevancia (por ejemplo, ¿son pertinentes datos sobre lugar de residencia, procedencia étnica o sexo?). Además, de acuerdo con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), los datos no pueden ser analizados automáticamente sin el consentimiento explícito de la persona interesada.
La gran cantidad de datos representa a su vez, un desafío, por lo que es preceptivo crear una infraestructura segura y de alto rendimiento para que los centros puedan trabajar con ellos. Después de todo, los datos no solo se almacenan, sino que también deben procesarse técnicamente, transportarse y archivarse. Es en este punto donde juegan un papel importante los sistemas de almacenamiento tanto “in house”, por parte de los servicios regionales, como la próxima generación de sistemas sanitarios almacenados en las nubes de los grandes proveedores.
Estamos pues ya en una nueva era, donde el nuevo oro es el dato, entendiendo este como elemento que genera información útil. Y nos hemos introducido en ella sin que buena parte de la ciudadanía haya sido consciente de ello.