Si algo positivo ha traído la crisis al mundo del packaging ha sido el haber puesto el foco sobre él como una vía para contener los costes. Pese a que ha sido un periodo complicado para crecer, la mayor parte del sector de E+E ha sabido aprovechar sus virtudes reconfigurando su perfil no sólo como un fabricante más dentro de la cadena productiva sino también como un especialista capaz de orientar al cliente sobre aspectos como el mejor material para envasar o el sistema más óptimo para garantizar que las cargas lleguen seguras a los puntos de almacenaje y venta.
Desde finales del siglo pasado existe un debate muy arraigado en este sector sobre cuál es la forma más beneficiosa para el cliente a la hora de trabajar con el envase. En la década de los noventa, una serie de grandes empresas del sector de gran consumo apostó con resultados dispares por asumir un proceso tan lejano y complejo como fabricar por sí mismas los envases que iban a usar. La práctica se extendió sobre todo al ritmo al que un material plástico como el PET se implantaba en el mercado de bebidas y aceites en detrimento de otras soluciones como el PVC (muy denostado en ese momento) o el vidrio (con complejos problemas logísticos debido al peso y su fragilidad). Además de otras ventajas, este polímero ofrecía al cliente un proceso más sencillo de fabricación del envase que con otros materiales (a la fábrica llegaba la preforma inyectada que luego “sólo” debía de soplarse), pero asumir totalmente la fabricación del packaging no estaba al alcance de todas las compañías debido a los costes asociados (tecnológicos y de personal) que comportaban.
La solución vino con las denominadas “integraciones” o, por su terminología anglosajona, servicios “in house” (en la planta de sus clientes) “wall to wall” (como una factoría anexa al centro de envasado) o “nearby” (en las proximidades del centro del cliente). Este tipo de relación no era nueva ya que, sobre todo en el mercado de bebidas (muy especialmente en las latas metálicas), siempre ha sido habitual establecer la fábrica en las proximidades de las instalaciones del cliente, asegurando un servicio de menores costes logísiticos para productos de alta rotación.