Dejar el envase en manos de los que saben
Sin embargo, los in house como tal ofrecían ventajas añadidas en materia de personal (con un equipo altamente cualificado y preparado para resolver cualquier tipo de duda o problema que surgiese en el momento) y de ahorros económicos. Sin que en todos estos años los servicios in house hayan perdido vigencia, el cambio de mentalidad que trajo la crisis dio un nuevo impulso a los proveedores de este tipo de soluciones por el ahorro de costes que comportaban, pero también porque la relación entre el fabricante de packaging y el envasador se ha estrechado notablemente. Los acuerdos para firmar contratos de este tipo son, no obstante, de una tremenda complejidad, hasta el punto de que se necesitan en muchos casos años para formalizarlos y pocas veces se hacen públicos sus detalles. Las ventajas son relevantes para ambas partes. El envasador consigue desentenderse de una faceta de su negocio en la que normalmente no es un especialista en favor de una empresa con profundos conocimientos y capacidad para actualizar la tecnología empleada con los sistemas más punteros, a veces cubriendo incluso labores mucho más complejas al ofrecerse a realizar proyectos llave en mano. Asimismo, no requiere de una inversión en equipamiento, que sí que asume el proveedor, y que por lo tanto puede dedicar a otras facetas. Por su parte, el fabricante de packaging consigue garantizarse un suministro fijo de producto al año a precios ciertos, lo que para las empresas que trabajan con el plástico como materia prima (con agotadores vaivenes de precio al hilo de los movimientos en el crudo y una sobrecapacidad peligrosa) ha sido casi un seguro de vida.
Pese a que en los inicios de la crisis la demanda de estos servicios experimentó una bajada, en la fase final de la misma el interés parece haberse recobrado. A las ventajas tradicionales ya expuestas, se han sumado cambios como el nuevo modelo económico, vinculado a la exportación (donde existen requisitos muchas veces desconocidos para la mayor parte de las compañías), así como la aparición de nuevas certificaciones concebidas precisamente para acceder a mercados más allá de nuestras fronteras. En ambos casos, el fabricante de E+E tiene mucho que aportar y resulta clave para definir una estrategia. Las firmas que ofrecen estos servicios han aprovechado esa relación más estrecha entre cliente y proveedor para de nuevo presentar el in house como una opción ventajosa, con resultados muy positivos. Se da además la circunstancia de que el envase sigue su particular evolución hacia un producto con cada vez más prestaciones. Si durante los últimos años el aligeramiento del packaging ha sido una prioridad para reducir costes de todo tipo (desde la materia consumida hasta el Punto Verde asociado al envase), el interés ahora mismo versa sobre los nuevos materiales y soluciones que parece que podrían revolucionar el mercado. En un momento en el que los commodities plásticos viven una clara fase de cambio a muchos niveles, parece claro que, salvo que se trate de actores de peso del gran consumo, es difícil seguir todas las tendencias y aún más decidirse por qué apostar. La proliferación de envases con mayores efectos barrera (capaces de aguantar procesos de envasado más complejos y, por lo tanto, conservar mejor y por más tiempo el contenido) es uno de los cambios que pueden afianzarse en los próximos años y las empresas especializadas en packaging llevan años perfeccionando sus propias soluciones para cuando el cliente decidiese dar el paso.