Hasta que la crisis del coronavirus hizo su aparición, la prioridad estratégica del sector del packaging era la sostenibilidad. Aunque parece probable que el plan para reducir el impacto ambiental sufra algunos cambios, sobre todo en lo tocante al plástico, no se puede poner en duda que el destino está trazado y pocos de los grandes envasadores mundiales piensan dar un giro de 180º. La búsqueda de esa fórmula que permita hacer más verde el envase pasa por muchas estrategias y entre ellas una de primer orden como es la logística. Acercar el punto de fabricación del envase al del envasado es un modo óptimo para conseguir reducir la huella de carbono de todo el proceso y ahí es donde entra una fórmula como la de las integraciones de equipamiento en la planta del cliente. En realidad no es nada nuevo dentro del sector del packaging, que desde siempre ha intentado estar siempre próximo a los grandes centros de producción de sus clientes.
Pero en el caso del plástico, la estrategia es aún más clara ante la gran diferencia que supone trasladar a grandes distancias envases terminados frente a semitransformados como preformas o directamente materias primas como granzas. El servicio in house representa considerables ventajas para el cliente en este sentido, aunque en la práctica este tipo de contratos, debido a su complejidad, son difíciles de firmar. Además de las evidentes ventajas a nivel medioambiental de fabricar el envase en tu propio centro productivo, las integraciones permiten un plus en forma de contar directamente con un especialista en el mundo del packaging en un instante en el que está en una fase de profunda transformación. Biomateriales, reciclados, compostables, componentes activos que alargan de forma natural la vida del producto o recuperación química, son conceptos de los que continuamente se está hablando y que para un profano resultan difíciles de entender y hasta de seguir en su evolución, de ahí la importancia de contar con una relación estrecha con el proveedor de packaging.