Pese a su relativa juventud, el mercado de ingredientes alimentarios funcionales goza de un extraordinario recorrido a nivel mundial, toda vez se ha convertido en laboratorio de una industria en constante cambio, que se reinventa e investiga nuevas vías para adelantarse a las demandas del nuevo consumidor. La salud digestiva y la reducción del colesterol, objetivos quizá más desarrollados desde sus orígenes, han ido cediendo paso, sin perder por ello protagonismo, a nuevas necesidades como el control de la tensión arterial, la salud ósea, la defensa del sistema inmunológico o los azúcares no cariogénicos.
Abanderados de la que podríamos llamar revolución funcional, toda vez su adición, retirada, modificación o concentración en un determinado alimento elevan a éste último a la categoría de beneficioso para la salud, los ingredientes se han erigido en los últimos años en actores principales de la actualidad alimentaria. Y con ellos, la industria proveedora, que centra esfuerzos en la exploración de nuevas oportunidades de negocio. Tras la “explosión funcional”, la competitividad establecida entre los grandes fabricantes ha ido erosionando la tradicional condición de commoditie achacada al ingrediente, objeto de una progresiva diferenciación convenientemente apuntalada con fuertes inversiones en imagen de marca.
Atendiendo a las previsiones manejadas por Datamonitor, la tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del mercado de alimentación y bebidas funcionales en Europa Occidental, Estados Unidos y Asia Pacífico se situará en el 5,7% entre 2007 y 2012. Ciñéndonos al panorama español, la demanda de este tipo de referencias no es tampoco desdeñable. Según los datos aportados por los organizadores del certamen HIE & Ni (Health Ingredients Europe & Natural Ingredients), celebrado el pasado noviembre en Madrid, el mercado de nuestro país reporta el 11% de las ventas de productos funcionales en Europa, estimándose que en 2020 el 30% del total del consumo nacional procederá de estas referencias.
Ante la palpable predisposición del consumidor a experimentar nuevas formas de nutrición, los grandes fabricantes continúan embarcándose en importantes desarrollos de I+D y, por consiguiente, en potentes inversiones, con vistas a ofrecer nuevas soluciones a la industria. Grandes grupos multinacionales como Cargill o Brenntag cuentan con divisiones especializadas en el desarrollo de ingredientes funcionales. Ligados en su origen a productos lácteos y bebidas, la investigación en ingredientes ha trascendido a otros ámbitos contagiando su dinamismo a otros mercados que les conceden ya vital importancia. Sirvan como ejemplo los sectores de panificación y galletas, que continúan abriéndose paso en el universo funcional y que para el grupo Dallant, entre otros, constituyen uno de los objetivos estratégicos de cara a los próximos tres años.
En el primero de los casos, y a pesar de representar sólo el 2% del consumo total de pan a nivel mundial, se trata del mercado de más rápido crecimiento con más de 2.400 lanzamientos en 2008, un 14% superior respecto al año anterior, correspondiendo a Europa el 45% del total, según Datamonitor. Por otro lado, uno de los campos más abordados en los últimos años ha sido el de los edulcorantes -analizado en el reportaje publicado por Alimarket el pasado mes de febrero-, inmerso actualmente en la revolución de la llamada generación ‘cero’, cuyo objetivo es conseguir dulzor sin añadir calorías.