Aunque todavía queda camino por recorrer, cada vez son más las empresas que analizan y miden el impacto del desperdicio en sus negocios con el fin de reducirlo. Esta es la principal conclusión de un estudio presentado en fechas recientes por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), con la colaboración de AECOC, denominado ‘El Desperdicio Alimentario en la Industria y la Gran Distribución”, con datos correspondientes a 2018. Así, abunda este informe, las compañías españolas de la cadena alimentaria están “cada vez más concienciadas” sobre el impacto que supone en términos económicos, sociales y medioambientales el despilfarro de alimentos y la necesidad de frenarlo. Por ello, cada vez un mayor número asumen la importancia de detectar el origen del mismo y que pararlo exige la colaboración de todos los eslabones.
De hecho, cerca de un 71% de las entidades participantes dispone de una estrategia interna definida para luchar contra este sobrante; un 61% promueve buenas prácticas destinadas a su prevención o reducción en origen; y, un 51%, lleva a cabo acciones conjuntas con sus proveedores para reducirlo. En el caso de la distribución, este excedente se revaloriza, principalmente, en residuos sólidos urbanos (42,6%), compostaje anaeróbico (25,3%), alimentación animal (17,3%), donaciones a ONG’s (12%), aplicación superficial en cultivos (1,3%) y biodiésel (1,3%). Por poner un ejemplo, la gallega Vegalsa (participada al 50% por Eroski y la familia González Prieto), explica que, en el caso de que los alimentos no sean ya aptos para el consumo, la compañía les da una segunda oportunidad entregándolos a empresas especializadas encargadas de procesarlos. Así, a través de la logística inversa y la gestión en almacén, la fruta y la verdura, se destina a alimentación animal; el pan y los yogures se tratan para obtener harinas; y la carne y el pescado, a la obtención de grasas. En el último año la compañía transformó en subproductos 2.418 t de alimentos.
La tecnología, aliada del excedente
En base a estimaciones realizadas por la Unión Europea, en España algo más de 1 Mt de alimentos son excedentes de la distribución minorista y mayorista. En lo concerniente a verduras y hortalizas, un segundo informe, denominado “El estudio sobre el desperdicio alimentario de productos frescos en el sector de distribución”, elaborado por la consultora Nielsen para Checkpoint Systems, establece que el sobrante alimentario supone el 3% de las ventas de frescos en la distribución en nuestro país -unos 484 M€/anuales-, siendo en los universos hortofrutícolas donde se registran las mayores pérdidas: 57,6 Mkg y 184,3 M€, el 3,2%.
Una de las últimas tendencias para disminuir este desperdicio pasa por adherirse a aplicaciones tipo ‘Too good to go’, que ofrecen una plataforma tecnológica para que las cadenas puedan comercializar online lotes de excedentes a un precio reducido. Eso sí, recogiéndolos en la propia tienda para evitar emisiones de transporte y contribuir a la afluencia. En España, el pasado septiembre se integraba la valenciana Juan Fornés Fornés –encargada del desarrollo de ‘masymas’ en Levante y Murcia-, siguiendo la estela de Hijos de Luís Rodriguez (con la que comparte enseña comercial) que, desde 2019, cuenta con la citada app en la totalidad de su red propia en Asturias. En ese mismo año se incorporaron Grupo Mas (tanto en sus supermercados como en parte de sus establecimientos de restauración); Musgrave España (‘Dialprix, el súper de la frescura’), en algunas tiendas de Valencia y Castellón; o Auchan Retail España, que después de un periodo de prueba en Madrid de tres meses en el que logró salvar 1.140 packs, extendió su presencia al 100% de sus centros madrileños. Ya en 2020, ha dado un paso más asociándose a ‘Marcas Waste Warrior”, de la que también forma parte Carrefour.
Precisamente, Auchan acaba de lanzar al mercado su primer compost de marca propia procedente de los residuos orgánicos generados por sus hipermercados, además de una gama de cremas y sopas de verduras deshidratadas elaboradas con productos agrícolas que, por su tamaño o forma, serían eliminados. Ahora, la francesa los convierte en packs de sopa juliana, crema de calabacín, de calabaza, de calabaza con cecina, de zanahoria ecológica y condimentos de verdura (patata, zanahoria y puerro). Con ello, se consigue recuperar el 10% de las frutas y hortalizas normalmente desechadas. Por su parte, Uvesco cuenta con un sistema de gestión para los residuos “que no son aprovechables” gracias al cual recupera “el 100%”, indica su directora de producto fresco, María José Adúriz. En el caso de frutas y hortalizas, una vez que los desperdicios son clasificados, se derivan a un compactador de fruta con el que se produce el compost. Además, la empresa destaca que dispone de una “coordinación diaria con sus proveedores para estimar cual es la demanda exacta y ajustar al máximo el pedido de cada tienda a este consumo”, dado que se trata de un artículo “muy sensible, con unas capacidades muy concretas”.
Evitar “sobrestock” es también la máxima de Musgrave, que tiene implantada en todos sus puntos de venta una herramienta para realizar los pedidos de reposición en base a las necesidades de la sección, asegura Julio Perales, gestor de la plataforma de frutas y hortalizas de Mercalicante del grupo. La gallega Froiz también apuesta por la optimización de la gestión de los pedidos para evitar excedentes en sus locales. Mercadona, por su parte, destaca en su memoria anual de 2019 la “consolidación” de una herramienta propia para ajustar al máximo los encargos diarios de frescos en los supermercados. Sistema que realiza un seguimiento de las ventas y los stocks en tiempo real, facilitando al personal la tarea de vender con la frescura adecuada y que se suma a estrategias ya existentes como liquidar el fresco que no se ha vendido al final del día.
Entre tanto, Condis Supermercats o Eroski optan por la venta a granel de frutas y hortalizas. El objetivo es que cada consumidor “pueda comprar la cantidad exacta que necesita”, en palabras de Josep Llorens, coordinador general de compras-ventas de Condis, quién considera que este sistema es la medida “más eficaz” para evitar despilfarros. Desde Eroski, Íñigo Arias (director comercial de frescos), declara que el granel supone alrededor del 60% de su oferta hortofrutícola actual pero “que no tienen techo” a este respecto, por lo que seguirán “priorizando” este sistema sobre el envasado. Eso sí, “sin olvidarnos” del cliente que “prima” la facilidad y rapidez en la compra y, por tanto, “prefiere” el envasado. No obstante, Arias también comenta que “por razones de prevención” han eliminado la venta al peso de frutos secos sin cáscara de este universo. De forma paralela, la vasca trabaja en adaptar sus recetas a los gustos de los consumidores, incluyendo nuevos formatos, normalmente de menor tamaño. Y es que, una de las principales razones esgrimidas por el público en general para justificar que estos frescos acaben en el cubo de la basura, es que muchos de ellos no se adaptan a la realidad de los hogares, formados en estos momentos por un número inferior de miembros. Por ello, Covirán también está incorporando envases más reducidos, además de apostar por ingredientes naturales y proveedores locales. Opción, esta última, utilizada por todos los distribuidores que han participado en este estudio. Con ello, no solo consiguen acortar los tiempos desde que el producto es recogido hasta que llega a los lineales sino que, por extensión, se aseguran su frescura.
En último lugar, nos encontraríamos con las “medidas sociales”, que abarcan desde campañas de concienciación a la donación de alimentos a organizaciones y comedores benéficos, acción que llevan a cabo prácticamente todas las empresas. En el primer caso, se encuentran las realizadas por Eroski y sus filiales en pro de las frutas y hortalizas “feas”: referencias “que no se corresponden con los estándares de apariencia establecidos, pero que cuentan con la misma calidad en sabor y propiedades nutricionales”, según la compañía. En 2019, fueron un total de 566 t las vendidas. Por su parte, Ahorramas ha señalizado en todas sus tiendas con la etiqueta #desperdiciocero aquellos productos que están próximos a su fecha de vencimiento, a los que aplican un descuento durante un tiempo reducido para incentivar su consumo antes de que perezcan. Igualmente, Froiz ofrece rebajas de hasta el 50% en artículos de IV y V gama –como ensaladas- que son perfectas para el consumo pero con fecha de caducidad próxima. La también gallega Vegalsa aplica el mismo descuento en sus establecimientos a todos aquellos productos que tienen una fecha de caducidad próxima. Gracias a esta medida se ha evitado el desperdicio de 7.600 t de alimentos en 2019, un 25% más respecto a los últimos tres años, asegura su directora de RSE, Gabriela González. Y es que, González explica que evitar el desperdicio alimentario “es uno de nuestros objetivos prioritarios”, por lo que, a través del programa ‘Desperdicio Cero’, dan salida al género, garantizando “que ningún alimento que es apto para el consumo sea desperdiciado”. Para ello, el grupo pone “especial atención” a la planificación y la gestión del stock, la adecuada conservación y las buenas prácticas de manipulación de alimentos.
Frutas y hortalizas vuelven a liderar el ránking de los referencias más desperdiciadas en el hogar
En lo concerniente a los hogares, los últimos datos del MAPA, correspondientes a 2019, dejan ver que el desperdicio en los mismos crece, aunque a un ritmo inferior al de años previos, con frutas y hortalizas de nuevo a la cabeza. En concreto, el desecho se elevó a 1.352 Mkg/l de alimentos y bebidas (un 4,7% del global que compramos), lo que supone un 1% más que en 2018 pero, inciden desde este organismo, “muy inferior” al 8,9% que se registró en 2018 frente a 2017. Avance que se traduce en 1,47 kg/l por familia, es decir, el equivalente a 15 g más de alimentos en la basura por semana y hogar. Los productos más despilfarrados han sido aceite, naranjas, carnes de cerdo y vacuno, junto con verduras y hortalizas congeladas. Por el contrario, la clave para conseguir que el citado aumento haya sido “leve” ha venido de la mano de los platos cocinados, que se han tirado menos.
Del citado dato, 1.146 Mkg corresponden a productos sin elaborar, entre los que se incluyen frutas y hortalizas, que vuelven a liderar el ranking de los más desechados. De forma conjunta, el desperdicio de este tipo de alimentos ha pasado del 46,3% que suponían en 2018 (522,34 M) al 44,3% en 2019 (507,90 M). Por segmentos, la mayor caída se ha producido en las hortalizas, que han mermado un 6,4%, pasando de 165,5 M a 154,8 M. Las frutas, por su parte, redujeron este porcentaje un 1,9% hasta los 353,07 M (359,84 M en 2018).
Aquí, las referencias más despilfarradas fueron las naranjas, con un 6,1% del total (69,9 Mkg, +4,6%). Le siguen las manzanas, con una cuota del 4,5% (51,7 Mkg, +0,8%); y plátanos, aglutinando el 3,6% (41,7 Mkg), a pesar de haber reducido este porcentaje un 11,5%. En cuanto a los platos preparados, las sopas y cremas son las que más se malgastan, quedándose con el 13% (34,8 Ml) y un incremento del 7,3%. Tras ellas nos encontramos con las ensaladas (6,9%), con un total de 14,2 Mkg (+6,5%); las recetas con base de patata, con un 6,4% (13,3 Mkg); y las de verduras, con un 5,6% (11,6 Mkg), lo que se significa retrocesos del 6,4% y 7,3%, de forma respectiva.