El kiwi es una de las frutas tropicales y exóticas más demandadas en el mercado doméstico. De hecho, su cuota en la cesta de la compra de los españoles ha crecido un 8% interanual a lo largo del último lustro, situando al país entre los principales consumidores per cápita del mundo. En consecuencia, las compañías hortofrutícolas empleadas en su producción van incrementando año a año sus volúmenes, que en 2019 totalizaron 24.508 t, conforme a los datos de esa campaña facilitados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa).

Dicha situación ha derivado en la proliferación y, por ende, expansión de las explotaciones agrícolas dedicadas a este tipo de cultivo en el territorio nacional. Así, la Comunidad Valenciana ha superado en superficie de producción, con 143 ha, al País Vasco, demarcación que cuenta con cierto bagaje en el laboreo de kiwis. Sin embargo, llama la atención los casos de Cataluña (36 ha), Madrid (34 ha) y Extremadura (16 ha), puesto que son áreas que están incorporando esta fruta gracias a la adaptación de variedades, sobre todo en el centro peninsular, donde las heladas son muy frecuentes en invierno.

Por comunidades, y de acuerdo a las cifras facilitadas por el Mapa, Galicia es la mayor productora de kiwis del ámbito nacional, con 14.306 t en 2019, lo que supone casi el 60% de todo el volumen de origen doméstico. Le sigue con diferencia Asturias, tras registrar ese ejercicio una producción de 4.912 t. Entre ambas regiones concentran cerca del 80% de todo el género que se obtiene en España.

En tanto, en el apartado de variedades, el kiwi verde es la tipología dominante en líneas generales, al agrupar alrededor del 77,5% -en números unas 19.000 t- de la producción anual en nuestro país; quedando el 22,5% restante repartido entre las novedosas especies rojas y amarillas. Precisamente, estas últimas, que suelen estar sujetas a royalties, según manifiesta gran parte de los profesionales consultados para la elaboración de este contenido, son las que más se están expandiendo por los nuevos territorios de cultivo, al ofrecer mayor tolerancia a climas fríos, como los de Madrid y Extremadura.

El valor añadido impulsa la inversión

Y es que, salvo en el factor precio, la última campaña doméstica ha dejado satisfechos a la mayoría de productoras y distribuidoras de kiwi. “Venimos notando una tendencia de crecimiento sostenido en los mercados mayoristas, quizás este año ha aumentado más por las restricciones derivadas de la pandemia. Nuestro sector no ha sido perjudicado directamente, pero si se mantiene el problema incidirá fundamentalmente al precio”, explica Carlos Vila, director general de Kiwi Atlántico. Ante estas perspectivas, la compañía gallega se encuentra desarrollando nuevos proyectos para la valoración del kiwi no comercial, los cuales continúan las pruebas efectuadas en cursos anteriores (bases para helados, vinagretas y cremas). En concreto, se centran en el aprovechamiento de propiedades del kiwi como la vitamina C para las industrias de la alimentación y la cosmética. “Se están haciendo pruebas con los productos obtenidos y todo parece indicar que sirven para la industrialización, pronto veremos en el mercado las bases para helados y vinagretas. Para el resto, todavía tenemos que esperar otros dos años como mínimo”, subraya Vila.

Entretanto, Kiwi Atlántico ha proyectado una inversión significativa hasta 2022, dotada con 3,2 M€, para la prolongación del recinto para la recepción de fruta, como consecuencia del crecimiento de la producción; la instalación de un nuevo sistema de calibrado, con selectores de calidad tanto internos como externos; y la automatización del paletizado en el proceso de confección. Además, estas mejoras se sumarán a la expansión de las zonas de manipulación y embolsado, y el incremento de la cavidad frigorífica, entre otras optimizaciones, que implicaron otros 900.000 € desembolsados durante 2019.

Por otro lado, Fruitgrowing Quality, compañía constituida en 2019 de la mano de Joaquín Rey, ha seguido incrementando la extensión de sus explotaciones agrícolas, iniciativa que ha supuesto una inversión cercana a 1 M€. Así, la firma pasará de las 104 ha actuales a trabajar otras 200 ha más en 2022. De momento, su volumen comercial se sitúa en las 2.400 t, cantidad que se aumentará en la próxima campaña, dado que acaba de cerrar un acuerdo con productores argentinos para la etapa estival. “Estamos creando un consorcio para desarrollar un kiwi en modo club, en el que tengamos agricultores que planten, que me acompañen en la andadura. Los llamo productores asociados; una figura que da su producción para hacer la comercialización y fijar el mejor precio de venta. Hay que defender una marca y desarrollar un plan de marketing para generar la demanda”, puntualiza Rey.

Mientras, Zespri, principal comercializadora de kiwis en el ámbito doméstico, presentó en 2020 su nueva imagen de marca con el objetivo de afianzar el crecimiento experimentado en los últimos años. “Hemos constatado que el consumidor actual toma sus decisiones de compra más meditadas y busca marcas con unos valores con los que se sienta personalmente identificados”, declaran desde la multinacional de origen neozelandés. En este sentido, ha focalizado la estrategia en la sostenibilidad y se ha comprometido a fabricar su packaging con material reciclable o reutilizable antes de 2025.

También la comercializadora Jingold ha puesto el foco en el mercado español para impulsar su kiwi de pulpa amarilla. La variedad lleva presente en España desde 2005, aunque sus responsables creen que aún cuenta con potencial de crecimiento. Así, en 2020 realizó junto a la mayorista Frutas E. Sánchez una campaña promocional para dar a conocer sus propiedades entre fruterías y mayoristas.