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La distribución continúa su lucha contra el desperdicio alimentario a la espera de la nueva normativa

La distribución continúa su lucha contra el desperdicio alimentario a la espera de la nueva normativa

A lo largo de los últimos años, la gran distribución de nuestro país ha llevado a cabo importantes avances en su lucha contra el desperdicio alimentario, consiguiendo reducir la cantidad de excedentes no aprovechados. De hecho, según se indica en el ‘Informe del Desperdicio Alimentario en la Industria y la Distribución en España’ (cuya última publicación data de octubre de 2020, por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación -MAPA-), tan sólo un 0,8% del producto que podría haberse comercializado no ha sido aprovechado, frente al 1,6% que suponía en 2014, lo que “confirma que las medidas adoptadas por las empresas están dando como resultado una reducción muy significativa del desperdicio en los puntos de venta españoles”, se explica en este documento.

En esta misma línea se sitúan los datos que maneja Asedas (Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados), que sitúan en algo menos de un 1% los artículos que no llegaron a comercializarse (entendida esta tasa como las referencias que ni se comercializan ni se donan sobre el total puesto a la venta). Según esta entidad, este hecho es debido a varios motivos: el deterioro de los envases y embalajes, errores en el etiquetado o la cercanía de la fecha máxima de caducidad. De hecho, 3 de cada 10 de estos productos serían totalmente aptos para el consumo, pero no para su comercialización -por lo que se donan-, mientras que otro 30% se destruye al no hallar opciones de aprovechamiento.

Por ejemplo, en 2022, Eroski vendió un total de 787 t de frutas y hortalizas feas y 13.375 t de productos con descuentos, próximos a alcanzar fechas de consumo preferente o caducidad; donó 3.632 t a entidades sociales; destinó 5.369 t de residuos orgánicos a materia prima para la fabricación de harinas y aceites animales y de piensos para alimentación animal; y, finalmente, 84.850 paquetes de productos próximos a caducar o alcanzar la fecha de consumo preferente a través de la app Too Good to Go. Por su parte, Aldi evitó el desperdicio de 6.595 t de perecederos (5.994 t solo con la medida el descuento del 30% y 670 t de frutas y hortalizas); Lidl, 4.900 t; y Supsa (‘Plusfresc), alrededor de 10 t. Por su parte, de las 89.488 t valorizadas por Carrefour, 2.224 t fueron orgánicas. Finalmente, DIA especifica que su excedente alimentario se redujo un 17% en el último año (incluyendo Portugal).

No obstante, con el objetivo de conseguir disminuir estas cifras, en junio de 2022, España se convertía en el tercer país de la UE en lanzar un proyecto de Ley contra el desperdicio alimentario, tras Francia (2014) e Italia (2016), presentando la nueva Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. La entrada en vigor de la misma se esperaba durante el primer cuatrimestre de 2023, no obstante, a cierre de esta edición todavía no había visto la luz. A grandes rasgos, esta normativa fija que, para 2030, se reduzcan un 50% los residuos alimentarios per cápita en la venta minorista y el consumo; y, en un 20%, la pérdida de alimentos a lo largo de la cadena de producción de suministro.

¿Cómo afectará la futura legislación al sector?

Centrándonos en el ámbito detallista, esta normativa obliga a las cadenas a contar con un plan de prevención de desperdicios y establece una jerarquía sobre qué hacer con el excedente alimentario, situando al consumo humano en la cúspide de la misma, entre otras medidas.

De forma más concreta, el destino de estos alimentos será, en primer lugar, empresas especializadas en su aprovechamiento, bancos de alimentos, ONG, etc. Si esto no fuera posible, la mercancía a la que no se ha podido dar salida benéfica podrá ser transformada en otro tipo de comida como mermeladas, zumos o cremas. Finalmente, si el género no es apto para el consumo humano, se dedicará, por este orden, a la fabricación de piensos o comida de animales y, por último, a confeccionar subproductos para terceras industrias (compost, biogás o combustible). Otro punto a destacar de este reglamento serían los denominados “alimentos feos” (aquellos con imperfecciones externas pero que conservan intactas sus cualidades organolépticas), cuya venta deberá fomentarse e incentivarse, junto con las referencias con una fecha de caducidad próxima.

En cualquier caso, lo cierto es que el sector nacional ya desarrolla la mayoría de estas “obligaciones”. Volviendo al citado estudio del MAPA, un 71% de las empresas declaraba disponer de una estrategia definida o una política interna destinada a luchar contra el desperdicio de alimentos (71%); un 61,1% promovía prácticas para la prevención e identificación del origen del desperdicio para, a partir de aquí, impulsar las acciones o medidas correctoras correspondientes para su reducción/eliminación; y, finalmente, un 51,1% había puesto en marcha acciones concretas con sus proveedores para la prevención/reducción en origen del excedente, mediante planes de trabajo comunes y estrategias de colaboración que beneficien por igual a ambos eslabones.

Por ejemplo, Grupo Cuevas ha implantado “recientemente” una nueva herramienta denominada ‘Dobby’ para la gestión de pedidos en fruterías, “que acompaña al responsable de sección a la hora de hacer el pedido diario”, explica su director general Artur Yuste i Tarragó. Con ello, “se garantiza la mayor disponibilidad de producto en tienda, pero reduciendo al máximo su merma”, ya que se trabaja con datos de consumo en tiempo real. Asimismo, abunda esta fuente, “el lay-out de nuestra tienda está pensado para presentar el granel y que nuestros clientes puedan seleccionar las referencias que quieran y en el volumen o cantidad que necesiten”. Por su parte, Consum ponía en marcha en su plataforma de frescos de la Zona Franca, en Barcelona, una línea adicional de ‘sorter’ en el automatismo de fruta, que permite clasificar los productos según sus destinos de forma más eficiente.

Ya en 2024, Alcampo incorporará inteligencia artificial (IA) para gestionar su desperdicio alimentario, tal y como recoge el plan comunicado por su matriz, Auchan, para optimizar la gestión de inventario en todos los países en los que está presente, lo que incluiría a España. La solución elegida es la de la ‘start-up’ francesa Smartway, que ayuda a identificar productos con fechas de caducidad próximas; elegir correctamente entre rebajas o donaciones; aplicar el tipo de descuento adecuado; imprimir etiquetas, etc. Esta iniciativa forman parte otras tácticas ya desarrollados por el grupo francés que, según datos de la propia empresa, consiguieron reducir el excedente un 12,5% el pasado 2022 y mejorar la tasa de valoración más de un 70% desde 2013.

Últimas novedades incorporadas

Entre las últimas novedades dirigidas a minimizar el desperdicio de frutas y verduras, destaca el lanzamiento -de forma conjunta por Carrefour y Helios- de una mermelada a base de fruta madura retirada de los establecimientos del grupo galo, pero que conserva intacta su calidad. De momento, se comercializa en envases de 250 gr en dos sabores: tomate y naranja. Esta acción se suma a otras iniciativas llevadas a cabo por esta distribuidora como las cremas de verduras elaboradas en tienda también con alimentos maduros; la gelatina de mosto fabricada con los excedentes de uvas (en colaboración con Finca Cantarranas); el proyecto de frutas y hortalizas con formas diferentes que se venden con un descuento del 25% en alrededor de una veintena de puntos de venta y, que, en el caso de las hortalizas, incluye ocho variedades: pimientos amarillo, verde y rojo, calabacín, berenjena, pepino, zanahoria y patata; o poner a disposición de sus clientes cajas de frescos con unidades sueltas que no pueden venderse de manera habitual por maduración, rotura de mallas o packs, últimas unidades, etc (con el que en 2022 salvaron un total de 100.000 kg).

Por su parte, Lidl Supermercados estrenaba en abril lo que ha denominado ‘bolsa antidesperdicio’ de frutas y hortalizas. Se trata de un pack de 3 € con frescos hortofrutícolas que o bien no cumplen con los estándares estéticos convencionales pero siguen siendo consumibles o forman parte de envases que han sufrido algún tipo de desperfecto sin dañar su calidad. En un primer momento, esta medida fue implementada en Canarias, logrando dar salida a más de 20.000 kg de frutas y verduras, para, posteriormente, extenderse al 100% de su tejido comercial nacional.

Precisamente, en Canarias, Cencosu-Spar empezó en 2022 la recogida de restos orgánicos de frescos no aptos para consumo humano a través de un contenedor marrón instalado en determinadas tiendas de su tejido comercial. Estos residuos son tratados para su transformación en compost (un abono agrícola “de alta calidad” que se emplea para la agricultura, jardinería y para la recuperación de suelos de la isla de Gran Canaria). También Mercadona o DIA entregan este tipo de excedente a gestores autorizados que los transforman en abono, energía o pienso para animales. Asimismo, Dinosol Supermercados da a sus proveedores la posibilidad de retirar el sobrante para su reutilización. Un ejemplo serían las patatas, que pueden convertirse en semillas.



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