El segmento de tuberías de cobre ha cedido al plástico el protagonismo que tuvo décadas atrás, pero sigue jugando actualmente un papel importante en la fontanería y la canalización de fluidos. La aparición de los termoplásticos supuso una caída en la cuota de mercado del cobre en calefacción y agua caliente sanitaria al ofrecer precios más bajos y competencia directa. El proceso de sustitución del cobre por tubos de polietileno reticulado (PE-x), PP-r, multicapa y otros ha reducido notablemente el peso de este metal en las casas españolas, pero sigue jugando un papel relevante. Asimismo, las características del cobre le permiten seguir jugando con ventaja en algunas aplicaciones específicas, como las instalaciones solares térmicas y geotérmicas, gracias a su alta conductividad del calor, la canalización de gas, por su seguridad, y las instalaciones anti-incendios con sistemas de rociadores automáticos, entre otros. No obstante, la crisis del sector de la construcción ha vuelto a afectar negativamente a la demanda de tubería de cobre, al igual que al resto de tubos.
A nivel empresarial, el mercado de tubería de cobre se rige por parámetros europeos, con grandes operadores que se reparten el pastel a nivel continental. España, en cambio, cuenta con un actor muy importante fuera de los grandes grupos del Viejo Continente, y que gestiona, además, la única factoría de tubo de cobre sanitario en territorio español. Se trata de la productora La Farga Tub, integrada en el holding transformador de cobre La Farga Grup. Su fábrica de tubos de cobre de Les Masies de Voltregá (Barcelona) produjo un total de 15.169 toneladas durante el pasado 2011, de los que cerca de un 29% se vendió en el exterior. En esta línea de expansión internacional, la firma catalana ha puesto en marcha a principios de año una filial comercializadora en Francia -La Farga Tub France- para abordar el importante mercado galo. La nueva sociedad, que cuenta con un almacén de 1.000 m2 en Lyon. está participada también por distribuidora francesa Technotubes, con un 30%. Paralelamente, La Farga Tub ha presupuestado este ejercicio unas inversiones por importe de 1,19 M, que destinará a mejorar el proceso productivo de su planta.
Otro de los grandes operadores, tanto a nivel europeo como doméstico, es la multinacional italiana KME, que junto a La Farga, se lleva buena parte de la cuota española de tubo de cobre. El holding transalpino opera en España a través de la comercial KME Spain, que distribuye, entre otros productos, las tuberías fabricadas en las plantas italianas de KME. Además, dispone de unas instalaciones industriales en la localidad barcelonesa de Santa Perpetua de Mogodà, gestionada por su subsidiaria KME Ibertubos, dedicadas a la producción de tubo capilar para el sector de la refrigeración.
Otros operadores europeos con presencia comercial en nuestro país son la también italiana Feinrohren y la griega Halcor. Esta última distribuye sus tubos en nuestro país a través de la barcelonesa Cobres y Aleaciones para la Soldadura (Coasol), de Cerdanyola del Vallés (Bcn). La firma, que facturó un total de 33,3 M en 2010, vende también en sus dos almacenes operativos otros productos de cobre y aleaciones, así como tubería sanitaria y capilar.
La capacidad industrial de tubería de cobre en España se vio seriamente mermada hace dos años con la crisis sufrida por la antigua empresa vizcaína Outokumpu Copper Tubes, cuya fábrica de Zaratamo dejó de operar recientemente. La firma fue vendida en 2009 por el grupo finés Outokumpu a la sociedad Leaf Business Holding, cuya denominación adoptó a partir de entonces. Pocos meses después, la fabricante vizcaína entró en concurso de acreedores, con deudas cercanas a los 50 M, que levantó finalmente en 2011 con una quita del 70%. Sin embargo, el convenio alcanzado suponía el cese de la producción de tubería de cobre, su principal actividad, y ponía punto y final al que había sido el principal operador del sector hasta el momento. De hecho, la compañía llegó a fabricar 26.000 toneladas de tubo en 2006, aunque en su último ejercicio esa cifra se había reducido ya hasta las 8.000 toneladas.