Después de avanzar a un ritmo de dos dígitos durante 2021, el consumo de cemento en España está perdiendo impulso este año y bordea ya los niveles de contracción. Aunque el sector de la construcción continúa con una fuerte inercia en los principales segmentos, obra civil pública y residencial privado, la crisis energética está pasando factura a la industria cementera española. Su pérdida de competitividad respecto al entorno mediterráneo, que no soporta las mismas condiciones de exigencias medioambientales, se traduce ya en significativos aumentos de las importaciones (16,5%) y elevadas caídas de las exportaciones (19,4%). Ante este panorama, la mayoría de los fabricantes -Portland Valderrivas, LafargeHolcim, Votorantim, Cemex o Tudela Veguín, entre otros- está apostando por aumentar sus niveles de valorización de combustibles alternativos y por la instalación de renovables para reducir su factura energética. Esta estrategia, en línea con los fondos Next Generation que vienen de Europa, se despliega en momento muy relevante para el sector nacional.