Nuevo Código Estructural, una pieza clave en el camino hacia la descarbonización

José Manuel Cascajero

Sin duda, la reciente aprobación del nuevo Código Estructural, que actualiza la reglamentación vigente relativa a las estructuras de hormigón y de acero, de acuerdo con las novedades de carácter técnico y reglamentario en la materia, y deroga la Instrucción de Hormigón Estructural (EHE-08), llega en el momento oportuno. Además de introducir novedades para adaptar la reglamentación vigente a los progresos técnicos, a las nuevas demandas ambientales, o a las actuales disposiciones legislativas en el ámbito comunitario, su aprobación coincide con una situación límite en materia de sostenibilidad y emergencia climática.

Para nuestra industria, el nuevo Código Estructural se erige como la regulación más ambiciosa a nivel europeo -y probablemente también a nivel mundial- a la hora de afrontar los retos climáticos y de descarbonización a los que se enfrenta nuestra sociedad, sin perder además de vista la necesidad de garantizar la fiabilidad estructural y la calidad de las construcciones. Y es una realidad gracias al buen trabajo realizado por la Comisión Permanente del Hormigón, la Comisión Interministerial Permanente de Estructuras de Acero, los más de 140 expertos procedentes de todo el sector de la construcción, administraciones públicas, organismos e instituciones que lo han hecho posible.

Pero, vayamos por orden. Echando la vista atrás, no podemos obviar las fuentes de las que se nutre esta nueva reglamentación y todo el trabajo previo realizado. Se trata de un nuevo paso en un camino de mejora de la reglamentación, iniciado muchísimo tiempo atrás, allá por el año 1939, con la “Instrucción para el Proyecto y Ejecución de Obras de Hormigón”, que nació con el objetivo de garantizar la calidad y seguridad de las estructuras fabricadas con este material.

Desde entonces, las sucesivas instrucciones de hormigón armado y pretensado han ido incluyendo, como parámetros clave en el diseño de estructuras de hormigón, además de la seguridad estructural, la durabilidad y, más recientemente, la sostenibilidad.

El nuevo Código Estructural hace una apuesta clara por la calidad, la durabilidad y la sostenibilidad de las estructuras de hormigón y, con este objetivo, amplía sus campos de aplicación para incluir, no solo el diseño y ejecución de las nuevas estructuras, sino también la gestión de las ya existentes durante toda su vida útil. Incluye, además, los sistemas de protección, reparación y refuerzo de estructuras de hormigón, con el fin de tener en cuenta una perspectiva de ciclo de vida más completa de las mismas.

Por tanto, retomando el punto de partida de este análisis, este Código Estructural llega en el momento oportuno. Y lo hace porque da respuesta a muchos de los retos climáticos que tiene la edificación hoy en día.

Nuevo ICES, la herramienta más completa para evaluar la sostenibilidad de las estructuras

La visión del sector cementero es que el Código Estructural debe convertirse en una pieza clave en la consecución de los objetivos de descarbonización mediante la puesta en práctica del Índice de Contribución de la Estructura a la Sostenibilidad (ICES), probablemente el elemento más novedoso del Código Estructural y en el que la industria del cemento se ha implicado de manera muy directa.

Mediante el ICES, el Código Estructural permite evaluar cuantitativamente la sostenibilidad de las estructuras desde una perspectiva social, económica, prestacional y medioambiental. Evalúa la sostenibilidad de los agentes involucrados y de la propia estructura con parámetros que incluyen las emisiones de gases de efecto invernadero, el reciclado de materiales, el consumo de energía o agua, la utilización de energías renovables, el control de emisiones y ruidos o la mejora ambiental, entre otros.

Las estructuras con altos ICES lograrán realizaciones significativamente más sostenibles, pero, al tratarse de un esquema voluntario, es necesaria la implicación de las Administraciones para que demanden el ICES en sus pliegos de contratación. Solo así podremos situarnos como país a la cabeza en estructuras fiables y sostenibles.

Además del ICES, se crean los denominado Distintivos de Sostenibilidad Oficialmente Reconocidos (DSOR), que garantizan que la metodología seguida para los cálculos de sostenibilidad de los materiales y los datos proporcionados son veraces y se encuentran debidamente documentados.

Desde el sector cementero hemos definido el DSOR para nuestros productos y estamos desarrollando ya una herramienta de cálculo del ICES junto con otros agentes.
Otro de los grandes aspectos a tener en cuenta en el nuevo código es su apuesta por la calidad y durabilidad del hormigón, incluyendo su dosificación y la utilización del tipo de cemento más apropiado en cada caso. Se mantienen, además, los Distintivos de Calidad Oficialmente Reconocidos (DCOR), prácticamente equivalentes a los DOR de la EHE-08.

Finamente, no podemos olvidar reseñar que el Código Estructural nos alinea con la normativa europea en lo que se refiere al proyecto y dimensionamiento de estructuras, regulando las cuestiones relativas a las bases de proyecto y análisis de las estructuras, de acuerdo con los Eurocódigos.

Pero los desarrollos técnicos no son los únicos elementos clave para el cumplimiento de los objetivos de descarbonización. Una regulación ágil, que se adapte a los desarrollos tecnológicos, es también fundamental. En este sentido, el nuevo Código Estructural introduce novedades que permiten adaptar la reglamentación vigente a los progresos técnicos, demandas ambientales, y disposiciones legislativas en el ámbito comunitario, entre otros.

Se abre así la oportunidad de incluir con celeridad nuevos materiales de construcción bajos en carbono que cumplan con las condiciones de fiabilidad estructural y durabilidad necesarias: cementos, hormigones y aceros.

El sector cementero se anticipa a las exigencias de descarbonización para 2030

Desde el sector del cemento, por poner un ejemplo, nos estamos anticipando ya a las exigencias en materia de descarbonización para el año 2030 y hemos colaborado en la normalización (norma EN 197-5) de los nuevos cementos bajos en carbono, con nuevas adiciones o un mayor contenido de las mismas, cuya inclusión en el nuevo Código Estructural es necesaria para lograr los compromisos climáticos asumidos.

De hecho, algunos de estos parámetros ya estaban incluidos en nuestra Hoja de ruta para alcanzar la neutralidad climática en 2050, presentada hace un año, y que nos situó como uno de los sectores pioneros en nuestro país a la hora de marcarse una agenda propia, con objetivos para reducir sus emisiones, fiel reflejo de como nuestra industria prioriza todos los aspectos vinculados a la sostenibilidad.

No podemos olvidar, para finalizar, que la construcción, como gran sector del que formamos parte, es una pieza clave en el camino para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Un reto que nos brinda la oportunidad de realizar una transformación sin precedentes, y en el que, como ha sido el caso de la realización de este nuevo Código Estructural, es imprescindible la colaboración entre las instituciones, los sectores industriales y la sociedad.

José Manuel Cascajero es presidente de la patronal de fabricantes de cemento Oficemen.

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