Aunque el comportamiento de este segmento suele ser muy similar, cuando no idéntico, al del termoformado, la actividad de este campo parece mantenerse en la tónica alcista de campañas anteriores. Las posibilidades que presenta esta tecnología en un campo tan delicado como los cárnicos (donde las claves residen en conseguir que el producto tenga una vida más larga en el lineal y que su presencia sea lo más atractiva posible) son las que más están haciendo porque este mercado permanezca con mucho movimiento.
La revolución tecnológica que se produjo hace unos años no ha cesado todavía y las mejoras en los procesos en los aspectos antes reseñados se siguen produciendo, al tiempo que aumentan las velocidades de procesos y los equipos para facilitar los cambios de formato. La orientación clara es hacia la exportación, pero no de la máquina, sino del producto envasado. La relativa buena marcha de la venta de carne en el exterior (en 2010 la carne de ternera exportada aumentó de 89.362 t a 97.939 t y en 2011 el porcino pasó de 869.000 t a 995.000 t, según datos del ICEX), unida a la necesidad de muchas empresas de reconducir sus producciones (por la caída de canales como el Horeca) hacia la alimentación envasada para darles salida, han permitido que la demanda de equipos de termosellado mantenga el tono.