No se puede decir que el mundo de la automatización y la digitalización esté contento con el ritmo al que se desarrollan proyectos en España, especialmente en el ámbito de las pymes. A pesar de que eventos recientes como la pandemia o la crisis de suministros han puesto de relieve la necesidad de tener una fábrica más autónoma y flexible, lo que solo es posible con la concurrencia de estas tecnologías, el sector industrial sigue resistiendo a implementar de manera masiva el uso de estos avances. La dificultad para encontrar personal cualificado que lidere en este proceso de conversión, los riesgos en la ciberseguridad y la falta de planes claros para aprovechar las sinergias que generará la nueva fábrica dificultan que la Industria 4.0 se implante de manera más rápida.Pero el futuro no espera y la década actual se antoja comoun periodo lleno de desafíos que exigirá una evolución rápida e inevitable. Conceptos que ya empiezan a ser cotidianos como el Internet of Things, el Big Data o el 5G se ven arrinconados por el potencial que muestran otros avances ahora más de moda como el Metaverso o, sobre todo, la Inteligencia Artificial. Mientras tanto, la robótica vive su propia revolución empujada por un cambio importantísimo de paradigmas en su sector de referencia, el del automóvil, que ha obligado a las empresas a potenciar su presencia en nichos como la alimentación o el packaging, con grados de automatización todavía bajos y un potencial de desarrollo muy interesante. Gigantes como Kuka, ABB, Fanuc, Omron, Universal Robots o Yaskawa trabajan en colaboración con integradores locales, especialistas en sus respectivos campos creando ecosistemas muy activos para anticiparse a las necesidades de todas las tipologías posibles de clientes.