La XXII edición de La Noche de la Empresa Vasca, organizada por la Fundación Empresa Vasca y Sociedad con el patrocinio del Banco SabadellGuipuzcoano, ha distinguido la trayectoria empresarial de Carlos Delclaux Zulueta, presidente del Grupo Vidrala, como Mejor Empresario Vasco 2012.
La gala empresarial también sirvió de marco para distinguir la labor realizada por Orona, cooperativa a la que el Jurado de los premios otorgó el galardón Made in Euskadi; y por CIE Automotive, que se alzó con el premio Innovación Empresarial. La cuarta distinción de la gala, la Euskal Makila, se entregó a Smurfit Kappa Nervión en reconocimiento a sus dos décadas de participación en esta industria vizcaína con 60 años de historia.
La celebración anual de los premios tuvo como escenario el Museo Guggenheim Bilbao y contó con la asistencia de más de 300 representantes del mundo económico e institucional que mostraron su reconocimiento a los galardonados. Como es habitual, las distinciones fueron entregadas por los ganadores de la edición anterior. De esta forma, Carlos Delclaux, presidente de Vidrala, recibió la placa que le reconoce como Mejor Empresario Vasco de manos de José Javier Arteche, presidente de Arteche Group.
Una década estratégica
Nacido en Bilbao en 1956, Carlos Delclaux Zulueta asumió la presidencia de Vidrala en junio de 2002, en la que sustituyó a su tío, Álvaro Delclaux, que cumplió la edad fijada en los estatutos para este cargo. Su presidencia se ha desarrollado en la última década con diferentes frentes abiertos y con la aplicación de una estrategia de ida y vuelta financiera que ha permitido que el grupo se convierta en una referencia internacional de su sector.
Carlos Delclaux, hasta su designación como presidente de Vidrala, desarrolló su carrera profesional en los bancos Vizcaya, al que llegó tras completar los estudios en La Comercial de Deusto; y BBVA, en el que alcanzó el cargo de director general de Privanza, la división de Banca Privada de BBVA. Su primera participación en el consejo de administración de Vidrala se produjo en 1991 con su designación como vicepresidente, tras el accidente de tráfico mortal que sufrió su padre, Carlos Delcalux Oráa, en un viaje a la recién inaugurada planta de Caudete (Albacete).
La presidencia de Carlos Delclaux y su dedicación plena a la compañía arrancó con la irrupción del euro y el alineamiento de la economía con unos tipos de interés bajos. Esta circunstancia provocó que decidieran aprovechar su gran capacidad de apalancamiento para aumentar su dimensión. La operación pondría en valor la fortaleza financiera de la compañía, así como la capacidad de transferir su cultura industrial y de gestión a otras plantas y el aprovechamiento de sinergias para mejorar la eficiencia y el servicio a los clientes. En 2003, Vidrala adquirió la lusa Ricardo Gallo; en 2004, las plantas de Milán y Castellar del Vallés de la estadounidense Owens Illinois; y en 2007, La Manufacture du Verre en Bélgica. El grupo se adentró en el cierre de la década con una producción anual superior a 1 Mt, es decir, 3.500 M de envases.
Con la crisis, Delclaux y su equipo aplicaron una política estricta de desendeudamiento que redujo su deuda de 257 a 160 M€ en tres años (134 M€ actualmente), volumen que representa menos del 50% de sus fondos propios, que en ese período pasaron de 252 a 340 M€. La apuesta por la eficiencia, por trabajar más los costes y acelerar la racionalización cumplió el objetivo, como reconoce Carlos Delclaux, de "volver a ser los mejores, los más eficientes industrialmente como ya lo éramos en 2002. Con las expansiones ganas en muchos aspectos del negocio, pero pierdes en otros”. La rapidez en el ajuste financiero e industrial ha permitido que Vidrala fortalezca el balance y se convierta en una referencia bursátil al haber logrado la marca de 21 ejercicios de crecimiento ininterrumpido del dividendo.
Estas acciones se completaron con un intenso plan inversor en las instalaciones y en la mejora de la tecnología propia, básicas para elevar la eficiencia y reducir su impacto ambiental, en lo que es una referencia del sector, así como para aumentar los márgenes y la flexibilidad de procesos y atender la mayor demanda de series personalizadas. Vidrala, hoy en día, emplea directamente casi 2.000 personas y factura más de 450 M€, la mitad en los mercados exteriores.