¿Qué quería el cliente?
Acentuar el componente Foodiness (y ayudar a frenar así las barreras de artificialidad vinculadas a la categoría) y el componente Fun (acorde con el posicionamiento de intensidad de la marca).
¿Qué elementos se mantuvieron estables?
La codificación de sabores se mantiene de acuerdo con el portafolio anterior para asegurar reconocimiento y no alienar a los consumidores históricos de la marca. Sin embargo, estos mismos códigos de sabor se presentan bajo un nuevo recurso gráfico, la espiral bicromática, acorde con la experiencia de marca crujiente, divertida y arriesgada.
¿Que elementos se introdujeron?
Para trabajar el territorio Foodiness desde la naturalidad del producto y hacer hincapié en el atributo “Sabor”, la arquitectura de packaging se desarrolló a través del morphing de la patata, donde se muestra la evolución desde el ingrediente en origen hasta la patata chip final, que recoge y realza el logo “Ruffles”, formando un sólido brand-block. En el centro de este key visual, que aparecerá transversal a la gama, potenciando así su efecto múltiple en el lineal, se muestra el visual de sabor, trabajado siempre con fotografía para potenciar su appetite-appeal junto al fondo cromático.
¿Se plantearon al cliente otras alternativas al margen del “diseño ganador”?
Sí, se plantearon rutas creativas alternativas cubriendo diferentes grados de Foodiness y Fun, hasta encontrar el equilibrio óptimo entre los dos componentes.
¿Cuánto tiempo se empleó en el rediseño/diseño de este packaging?
Seis meses.