Aimplas, Instituto Tecnológico del Plástico, desarrolla distintos proyectos que cuentan con financiación de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) y cuyo punto común es que contribuyen a aumentar la competitividad de las empresas valencianas del sector con la puesta en el mercado de nuevos materiales y productos más sostenibles medioambientalmente.
Es el caso del proyecto ‘Bionpla’, a través del cual se van a desarrollar envases monouso con propiedades barrera y con una compostabilidad mejorada, de forma que su residuo, junto a los restos de alimentos, puedan ser gestionados en el contenedor marrón. El proyecto parte de los conocimientos de Aimplas en este campo acumulados durante más de 15 años a través de distintos proyectos así como de su experiencia en el desarrollo de materiales barrera sostenible, en algunos casos patentados como por ejemplo en el del almidón termoplástico.
En este caso se ha escogido la tipología de envases de un solo uso por ser los que generan un mayor volumen de residuos y por estar sometidos a una exigente legislación orientada a la reducción de residuos, pero el desarrollo es aplicable a cualquier otro tipo de envases alimentarios. En el proyecto colabora la Universitat de València para validar la viabilidad técnica de la valorización y cuatro empresas valencianas que valorarán la viabilidad técnica de la valorización: Ducplast, Artesanía Cobaviplast, ADM Biopolis y Valles Plastic Film.
El proyecto ‘Capman’, liderado por la empresa ADM Biopolis a través de su unidad de secuenciación y genómica y en el que también participan la Universitat de València y GO- Global Omnium Medioambiente, está investigando cómo mediante la incorporación de microorganismos es posible compostar envases plásticos no biodegradables y acelerar la degradación en plantas de compostaje de los envases biodegradables que puedan encontrarse en la fracción orgánica de los RSU (residuos sólidos urbanos) así como la eliminación de los microplásticos que se encuentren en los lodos de depuradoras para su uso en agricultura. Para ello se va a desarrollar una metodología para el cultivo y aislamiento de los microorganismos capaces de degradar polímeros, se identificarán los microorganismos y se creará una biblioteca en la que estén criopreservados y debidamente identificados y clasificados según su capacidad de degradación.
Posteriormente, se evaluará la biodegradación acelerada y también la toxicidad del compost obtenido mediante ensayos de germinación, que será utilizado tanto para uso agrícola como de jardinería. Gracias a este proyecto, alineado con la economía circular de los plásticos, se pretende impulsar las plantas de compostaje y tratamiento orgánico, un sector emergente en la Comunidad Valenciana y que generará nuevos empleos.