La barcelonesa GMG Etiquetadoras, con sede en Sabadell, se enfrentó al desafío de optimizar el proceso de alimentación de envases de un nuevo medicamento desarrollado por uno de sus clientes del sector farmacéutico. Dicha compañía, buscaba una solución automatizada que garantizase la eficiencia y precisión en la producción, optimizando el proceso para aumentar su productividad.
Para llevar a buen término esta solución, se encontraron con la necesidad de integrar un sistema de robotización para la alimentación de envases en su línea de producción. En concreto, el proceso de alimentación implicaba el manejo de varios formatos de bandejas, una para cada tipo de envase.
Desde GMG se pusieron en contacto con Yaskawa Ibérica, con quien el cliente ya había trabajado en el pasado. Desde esta última se realizó un meticuloso análisis, tanto del proceso productivo como de la solución diseñada por ellos, realizando decenas de simulaciones de movimientos y tiempo para ver cuál era el mejor robot para este proyecto concreto. Una vez comprobaron que era capaz de cumplir los tiempos de ciclo exigidos por el cliente, llegaron a la conclusión de que la mejor opción era el robot de manipulación compacto ‘Motoman GP12’.
Esta solución de fácil instalación y mantenimiento ofrece una capacidad de carga útil de hasta 12 kg. Además, su alta velocidad de funcionamiento y un alcance de 1.440 mm permitía cumplir de manera holgada las exigencias de manipulación y ritmo presentadas por el cliente. Por último, su sistema de protección IP65/67 y sus certificaciones en materia de seguridad, facilidad de limpieza e higiene, encajaba perfectamente con las necesidades de una industria como la farmacéutica.
En palabras de Xavi Muntal, General Manager de GMG: “fue muy cómodo trabajar con Yaskawa. En lo referente a la programación del robot, que es lo más complejo, enviaron un especialista que nos ayudó con todo. Es algo que tendremos en cuenta de cara al futuro porque nuestro equipo ya conoce el robot, sus especificaciones, la programación y la integración son muy sencillas y ofrecen un gran servicio al cliente”.
El proyecto supuso un gran número de desafíos interesantes para la compañía, más allá de las normativas en calidad e higiene. Por ejemplo, el de la alimentación de los envases, ya mencionado anteriormente, que quizás fue el más complejo en la fase de diseño. Para solventarlo, desde GMG diseñaron diferentes garras y programaron la repetición de movimientos de cada formato para tener en cuenta tanto la forma de las bandejas como la posición de los inyectables. Además, el sistema cuenta con su propia trazabilidad gracias a una cámara para visión y posicionamiento de la etiqueta.
Adicionalmente, el cliente también requería que el sistema contase con un número de acumulaciones de varias pilas de bandejas; lo que añadía una dificultad extra a la hora de realizar la programación. Desde GMG diseñaron un sistema en el que, una vez se alimentan los envases, las bandejas vacías también son apiladas en una cinta de salida. De esta manera, cuando llegan a una acumulación concreta, se sacan con unas cintas que liberan al operario de estar centrado exclusivamente en esta tarea. El resultado es una etiquetadora con un periodo de trabajo autónomo entre los 10 y los 15 min., dependiendo del formato.
Por último, al tratarse de un producto muy exclusivo y para el consumo humano, su etiquetado tenía que ser tremendamente preciso, por lo que había que integrar un sistema de rechazo para todos aquellos inyectables que no estaban correctamente cualificados. Así, cuando la solución marca la etiqueta con el número de lote y la fecha de caducidad, si el inyectable no cumple una serie de parámetros, rechaza la etiqueta. El resultado final es una etiquetadora completamente automatizada, capaz de etiquetar hasta 40 envases/min., en varios formatos. Es decir, capaz de etiquetar 2.400 productos en una hora.