Las entidades financieras han evitado de cualquier modo la adjudicación o la dación de activos hoteleros, como de otros inmuebles, con el objeto de no incorporarlos a sus balances y, en este caso, también por la dificultad de gestionar un edificio que incluye un negocio, con lo que ello conlleva de cargas, entre otras laborales. Por ello, si se han adjudicado inmuebles, han sido sobre todo proyectos, hoteles en estructura o amueblados o bloques de apartamentos inicialmente previstos para su comercialización como viviendas de división horizontal pero reconvertibles al uso turístico. Pero en todo caso, vacíos.
No obstante, en algunas ocasiones la adjudicación o la dación ha sido inevitable. La mayor parte de las entidades financieras han sido poco diligentes a la hora de buscar una solución ante la imposibilidad de vender a los precios fijados. Y en muchas ocasiones, los hoteles y apartamentos se han visto abocados al cierre y un deterioro tanto físico como de mercado. Quizás, Banco Sabadell, cuya filial inmobiliaria incluso creó una sociedad especializada, Solvia Hoteles, ha sido la primera en reaccionar, poniendo en valor sus inmuebles adjudicados mediante la firma de contratos de operación con cadenas de diversos tamaños y perfiles. Sin ir más lejos, Solvia Hoteles arrendó en 2012 el jerezano Asta Regia a GSA.H y también el anterior ‘Selenza Estepona’, proveniente de Rayet, al grupo Barceló.
De otra parte, también se ha producido la aparición de un puñado de empresas especializadas en la salvaguarda, el saneamiento y la colocación de activos hoteleros en manos de la banca. Entre otras, Gat Gestión, que en 2010 ya se hizo cargo de la operativa del ‘Intercontinental Mar Menor’ tras quedar en manos de cuatro entidades financieras acreedoras de Polaris World y desde entonces ha continuado trabajando con numerosos activos hoteleros en dificultades, como en el caso del pacense ‘Zurbarán’, que ha asumido en gestión tras ser adquirido por el empresario zaragozano Manuel Chicote . Y también Turismo y Desarrollo Integral (TDI), que en 2012 firmó la operación en arrendamiento del ‘Monasterio de San Miguel’, que había pasado a manos de BBVA Renting, y también incorporó en gestión los apartamentos ‘Cala Lucía’, cuya propiedad está repartida entre la promotora Procisa y Banco Mare Nostrum (BMN).
Por otra parte, si la banca ha sido remisa, al menos hasta el momento, a soltar activos inmobiliarios, tampoco trascendieron durante el pasado operaciones en las que las entidades financieras lograran la venta de participaciones accionariales en empresas del sector hotelero español. Apenas, la salida de Criteria, la filial industrial de La Caixa, del capital de Port Aventura, y de NCG Banco (NovaCaixaGalicia) de la Estación de Esquí Manzaneda. De hecho, en el marasmo de las fusiones, intervenciones y nacionalizaciónes y a pesar de las “recomendaciones” de distintos organismos, las posiciones de partida anteriores a la crisis casi se mantendrían aún invariables. Bankia, Ibercaja y Kutxa continúan nominalmente en el capital de NH y Banco Sabadell-CAM en Sol Meliá y Alma Hoteles, en tanto que CCM (Liberbank) sigue figurando como accionista de Room Mate, Sa Nostra (BMN) de Asur, Caja España-Duero y otras tres entidades de Fontecruz, La Caixa (Cajasol-Banca Cívica) de Hoteles Playa, BBVA de Occidental, Banco Pastor (Grupo Banco Popular) de Grupo La Toja y Unicaja y Banco Popular de Globalia. Asimismo, Metrovacesa, que aglutina un importante patrimonio hotelero, sigue en manos de la banca, mientras que 14 pequeñas y medianas cajas de ahorro controlan el capital de la inversora especializada Carey Value Added, más aún tras la salida de su capital del mencionado inversor César Losada y a la espera de encontrar otros socios institucionales. A la búsqueda activa de nuevos accionistas también se encontraría la compañía Inversora de Hoteles Vacacionales (Inhova), que posee cinco hoteles de Iberostar en Mallorca, Croacia y Marruecos y está participada, junto al grupo hotelero balear, por Bankia, Sa Nostra (BMN) y NCG Banco-NovaCaixaGalicia.