En el segmento de la animación turística, son varias las empresas especializadas en la labor de procurar un ocio profesional a los huéspedes. Entre ellas se incluye Acttiv, Fantasía Consulting y Romantic, todas de ámbito nacional, si bien las dos primeras están más volcadas en la animación propiamente dicha, mientra que Romantic tiene su fuerte en la creación de shows para los momentos nocturnos. En este sentido, Javier Espinosa, director de operaciones de Romantic, apunta que “proporciona al hotelero un servicio personalizado para la confección de su programa de espectáculos profesionales y música ajustado a su tipo de clientela. Contamos con un departamento de producción propio que facilita que cada seis meses los espectáculos puedan renovarse y adaptarse a las necesidades del mercado. En nuestro caso, en 2004 creamos la marca ‘Romanticocio’, donde se externaliza tanto el servicio de animación como el de espectáculos profesionales en un único proveedor”.
Por su parte, Acttiv hace especial hincapié en la “apuesta por producto, aportando valor añadido, y no por precio”, señala Ignacio Gil, su consejero delegado, cuando argumenta que “se trata de escoger un partner que no solo aporte el personal de animación, sino que colabore desarrollando la imagen y el producto de ocio del establecimiento. El mercado es muy competitivo, todo el mundo compite por precio; sin embargo los que lo hacen por producto, como Fiesta Hoteles, con Üsuhaia en Ibiza, y Lopesán, en Gran canaria, están construyendo un producto más sólido en base a un ocio en condiciones”. Además, “externalizar permite que la empresa en cuestión se encargue de gestionar los recursos humanos, que en nuestro caso tienen un perfil muy particular, con una alta rotación, etc. El hotelero puede olvidarse de esa parte farragosa y asegurarse un servicio profesional con una especialista, siempre que cuente con una estructura que lo permita. Por supuesto, sin olvidar a los trabajadores, que deben estar contratados, dados de alta, con garantías de horarios, etc, además de cumplir con la prevención de riesgos laborales”. Ignacio Gil defiende que “tras 30 años en este negocio, he visto muchas cosas que hacen que la profesión de animador se devalúe. La clave es profesionalizar el sector”.