Los combustibles limpios suponen algo más del 9% de la energía consumida en el transporte (de mercancías y viajeros) en España, de modo que nuestro país se sitúa por encima de la media comunitaria. Aun así, la actividad transportista (por carretera, ferroviaria y marítima) tiene un mayor camino por delante en este sentido en nuestro país, pues supone el 29,6% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas, frente al 22,4% de media en la UE. En la carrera hacia la sostenibilidad medioambiental, el tráfico y la logística se encuentran aquí con dificultades como el coste y la financiación -pese al plan Moves llevado a cabo-, la falta de vehículos, la reducida electrificación y la escasa cuota del tren, cuyo volumen de mercancías se contuvo en 2022 y aumentó solo un 1,2% en 2023. Mientras, en el último año, se ha avanzado con la puesta en circulación de camiones eléctricos pesados con una autonomía de hasta 400 km, iniciativas de reparto urbano, la expansión del HVO y los proyectos de nuevas fábricas para este diésel renovable y la autorización de los duotráileres en Cataluña, de modo que estos camiones de gran volumen ya pueden circular por toda España. Operadores logísticos, como Carreras, Sesé, XPO Logistics, DSV, Ondara Logística y Lodisna, y compañías de gran consumo, como Nestlé, Mercadona, Condis y Carrefour, han implementado una apuesta combinada, que en algunos casos incluye megacamiones y ferrocarril. Por su parte, Bimbo, Pascual, Makro, Dia, Eroski, Transgourmet, etc. se han sumado al reparto urbano con unidades eléctricas y Mercadona destaca por el empleo de megas y camiones a gas.