La irrupción del coronavirus ha tenido, en mayor o menos medida, efectos claros en todos los sectores industriales. Los frigoríficos de servicio, como eslabón dentro de la cadena de suministro, han sido considerados como un servicio esencial y, por tanto, han podido seguir en activo durante todas las fases de confinamiento que hemos atravesado. De hecho, según los datos recopilados por la asociación Aldefe entre sus asociados, el 88,44% afirman no haber encontrado grandes trabas o dificultades genéricas para realizar su actividad, frente a un 11,54% que asegura haber encontrado ciertas dificultades relacionadas con algunas inspecciones sanitarias para poder comprobar que se aplicaban protocolos específicos.
Sin embargo, centrándonos en las dificultades concretas relacionadas con el desarrollo de la actividad frigorífica, el sector sí se ha tenido que enfrentar a ciertos hándicaps. Estos han estado ligados fundamentalmente a la necesidad de garantizar la seguridad e higiene en el trabajo durante el desempeño ininterrumpido de sus servicios. En este caso, la principal dificultad ha sido la obtención de suficientes EPI, que ha sido crítica en el 31,8% de los casos. “Esto no quiere decir que las demás compañías no hayan tenido problemas”, matizan desde Aldefe, “pero han podido resolverlos de mejor manera”. El siguiente problema mencionado ha sido el cobro a clientes con aplazamientos y negociaciones (18% de los casos), especialmente reseñable en aquellas instalaciones frigoríficas que dan servicios al canal horeca. Incidencias de índole laboral (como cambio de turno, bajas no solo relacionadas con coronavirus y problemas de gestión internos) y relacionadas con el transporte (dificultades en la exportación, problemas para encontrar retornos y esperas en las dársenas de descarga) completan la radiografía del sector. Aparte queda un 6´8% para una miscelánea de dificultades variadas según la actividad, localización y funcionamiento de los frigoríficos.