La realidad de la atención sanitaria que se proporciona en los centros residenciales de mayores es cada vez más compleja. Por un lado nos encontramos con una población que retrasa su ingreso en los centros residenciales cada vez más, incrementándose por ello la cronicidad, la pluripatología y las situaciones de dependencia. Además de necesitar atención social, hoy en día es indispensable ofrecer una buena atención que contemple la prestación de servicios de carácter sanitario y farmacéutico y que cuente con adecuados productos sanitarios y de nutrición especializada. Avanzamos hacia un modelo de centros residenciales como dispositivos de atención sociosanitaria, no como meros sustitutos del hogar.
Como datos orientativos para sustentar la complejidad de la población que atendemos en los centros residenciales, basta con analizar un reciente estudio realizado por la Fundación Edad&Vida en el sector de atención residencial sobre una población de 19.262 personas. En dicho estudio se comprobó que el 76% de los nuevos ingresos tienen tres o mas diagnósticos activos; el 66% de los residentes tenía siete o más fármacos prescritos; y hasta un 90% tenía más de tres fármacos activos. Asimismo, el 63% de los nuevos ingresos ofrecían un MMSE/MEC inferior a 23; el 45% de las personas ingresadas en el año tenía un Barthel inferior a 35 (supone un grado de dependencia grave o total); y el 54,5% de los residentes padecía malnutrición o estaba en riesgo de padecerla al ingreso.
En cuanto a las consultas hospitalarias no programadas (urgencias), fueron el 37,80% del total de las consultas. Por su parte, el 43% de las altas en ingresos por urgencias fueron debidas al fallecimiento del paciente.