España se despertó en marzo de este año luchando contra el brote pandémico del Covid-19. Las organizaciones sanitarias se veían obligadas a introducir la virtualidad como elemento imprescindible para proteger a sus trabajadores y hacer frente a la nueva demanda que, a modo de aluvión, se les venía encima. Los ciudadanos, sumidos en una situación de confinamiento sin precedentes, encontraron en las nuevas tecnologías un aliado que les permitía sortear las barreras del aislamiento. Profesionales sanitarios y ciudadanos pudieron comprobar que las TIC´s estaban suficientemente maduras como para poder ser utilizadas sin necesidad de poseer grandes destrezas de alfabetización digital.
Las organizaciones sanitarias se enfrentaban inexcusablemente y de manera precipitada a viejos retos pendientes de afrontar en materia de transformación digital. Entre estos retos destaca la necesidad de disminuir la exposición de sus profesionales, tanto en la atención primaria como en la especializada hospitalaria, en los procesos de atención a los pacientes ambulantes e ingresados. El objetivo a alcanzar suponía minimizar el número de presencias físicas en los actos asistenciales, manteniendo las necesarias.
Asimismo, otro reto pasaba por eliminar vehículos de transmisión. En este sentido, el papel debía desaparecer en la asistencia; solicitudes de pruebas complementarias debían transformarse en su totalidad en electrónicas; las tomas de variables clínicas tenían que registrase de manera automatizada en los sistemas de información de historia clínica; los informes de derivación no podían acompañar a los pacientes en su circuito asistencial; y los consentimientos informados deberían incluir sistemas de firma electrónica. El objetivo estaba claro: cero papel en los circuitos asistenciales utilizando al cien por cien sistemas electrónicos.
El último de los retos contempla la humanización en la asistencia de los pacientes institucionalizados aislados donde se deberían utilizar las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC´s) como canal de comunicación seguro con los familiares.