Cuando me propusieron escribir este artículo, hacia enero de este año, todavía disfrutábamos de la “vieja normalidad” y pensé en dedicarle un espacio a la Educación para la Salud, un tema vinculado de manera especial al cuidado, que fuera de interés general y en el que la innovación y las TIC tuvieran un importante impacto por su capacidad transformadora, y potenciadora de sus objetivos y alcance.
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de educación para la salud? Es el proceso mediante el cual individuos y grupos de personas aprenden a comportarse de una manera que favorece la promoción, el mantenimiento o la restauración de la salud. Para nosotros, los profesionales de la salud, es la herramienta a través de la cual buscamos generar cambios en la conducta de las personas para que adquieran hábitos y estilos de vida saludables.
Lejos de la creencia general, el factor que más influye en la salud de las personas es el estilo de vida, seguido de la herencia y el entorno en el que se desarrolla cada individuo, siendo el sistema sanitario el factor menos influyente. De aquí que la inversión en promoción de la salud y en mantener un estilo de vida saludable sea costo-eficiente. Además, esta promoción de la salud alcanza no solo a los individuos enfermos, sino también a las personas sanas, y ha de adaptarse a las diferentes etapas de las vidas, colectivos o comunidades.