El carro y la cesta se han convertido durante los últimos años en grandes protagonistas del equipamiento comercial. El primero había permanecido prácticamente inalterable al paso del tiempo, con una trayectoria de casi 50 años en los hipermercados y supermercados. La segunda, por su parte, tiene todavía un corto recorrido, ya que las primeras cestas con ruedas nacieron, precisamente en nuestro país, en 2004. Se trata de un sector, el de carros y cestas, poco atomizado, en el que seis empresas aglutinan la práctica totalidad del mercado. Los principales fabricantes sumaron unas ventas el pasado año de unos 49 M€, si bien en esta cifra se incluyen las exportaciones, que en el caso de algunos productores de cestas alcanzan el 70%.
Desde que la idea de “mejorar la experiencia de compra” se ha instaurado en la mentalidad de los operadores de la distribución alimentaria como un concepto clave, la manera de transportar esa compra en el interior del establecimiento ha cobrado una mayor relevancia, tanto desde el punto de vista práctico para el cliente como desde el visual y estratégico para el punto de venta. Para cumplir con estas premisas, las tiendas han apostado desde 2010 por el carro de plástico. Por un lado, éstos son mucho más ligeros que los tradicionales de varilla, lo que incide claramente en su facilidad de uso. Frente a los 34 kg que puede pesar de media un carro de hierro lleno, el fabricado totalmente de plástico mengua hasta los aproximadamente 14. Esto incide, igualmente, en el menor riesgo en caso de pérdida de control, tanto para otros clientes como para el mobiliario del centro. Además, el carro de plástico es menos ruidoso y su vida media es más longeva, al soportar mejor el exterior.