La industria conservera cerró 2023 con una nueva bajada en sus niveles de actividad, lo que habría situado su producción por debajo de las 300.000 t por primera vez en los últimos veinte años. Detrás de este descenso se encuentra el comportamiento del consumo interno, que mantuvo su inercia de los últimos años y cedió un 1,9% en volumen, con datos de Circana del interanual a noviembre, si bien, tal y como indican desde la industria, se aprecia cierta mejoría desde el pasado verano. La exportación, por su parte, se recuperó de la caída de 2022 y, entre enero y octubre, se mostró en verde, con un crecimiento del 2,5% en volumen y del 14% en valor, gracias a la apuesta por la diversificación de mercados de los operadores, que buscan nuevas oportunidades fuera de las fronteras tradicionales de la UE, espacio fuertemente afectado por la recesión económica.Además de recortar el consumo, la merma de la renta disponible de la población en este contexto inflacionista ha acelerado la transición de la demanda hacia la MDD, que ganó dos puntos de cuota de mercado pese a que su encarecimiento se situó por encima incluso del de las marcas de fabricante. Por categorías, el líder indiscutible sigue siendo el atún, que ha aglutinado la mayor parte de la actividad transformadora, especialmente ante la gran escasez de mariscos y cefalópodos locales en el último ejercicio, lo que ha disparado, por ejemplo, la importación de conservas de mejillón, calamar o pulpo. Su condición de especie comodín, nutritiva, flexible y económica ha impulsado también las ventas de túnidos, pese a que las referencias más básicas (atún y atún claro en todas las preparaciones) se encarecieron por encima del 11%. Tan solo los mejillones (13,9%) y las sardinillas (+16,2%), tuvieron un mayor incremento en coste.Pese a haber trasladado al producto final parte del encarecimiento de las materias primas, especialmente de los pescados y mariscos y del aceite de oliva, la industria sigue aquejada de una enquistada falta de rentabilidad, que se ha agudizado en los últimos años, con márgenes al mínimo. Esto se está dejando de sentir en forma de una paralización de la innovación, apostando por referencias de alta rotación, y con las inversiones en continuo estudio, centradas más que nunca en maximizar rendimiento y recortar gastos para ganar en competitividad.El presente informe analiza en profundidad estas cuestiones, así como la estructura actual del sector conservero en términos empresariales, donde figuran gigantes como Grupo Jealsa, Frinsa, Nauterra (antes Grupo Calvo), Conservas Garavilla (Bolton Food), IG Montes o Grupo Dani. Estas compañías encabezan un ranking en el que figuran las principales 65 operadoras del sector por cifra de venta en 2023, incluyendo igualmente datos de volumen comercializado y exportaciones de los dos últimos ejercicios. El estudio se completa con cifras de consumo del mercado interno por categorías y marcas; datos de comercio exterior por familias y mercados de destino, una extensa relación de las principales inversiones de la industria conservera y la evolución del precio de los túnidos en el último año.