El pasado mes de febrero hablábamos con Daniel Andreu, CEO de Agrosingularity, el proyecto en ingredientes de valor añadido a partir del upcycling de las mermas de la producción agrícola, quien nos trasladaba el notable impacto que estaba teniendo en su actividad los nuevos criterios de inversión implementados por los fondos unos meses atrás. Este nuevo escenario más restrictivo obligaba a la compañía a pivotar en su estrategia para priorizar la reducción de pérdidas y perseguir de forma acelerada el umbral de rentabilidad, que, en función de su estructura de costes, debería llegar a partir de unas ventas netas de 2 M€, según nos explicaba Andreu. Nos encontrábamos entonces con un discurso y un argumentario obligatoriamente más conservador, y también más pesimista. Si unos meses antes se contemplaban distintas opciones en crecimiento inorgánico y orgánico, en este caso con la puesta en marcha de una planta de producción propia presupuestada en 6 M€, siempre condicionados al cierre de una ronda de inversión serie A en el entorno de los 10 M€, a principios de 2024 los objetivos se redimensionaban a una ronda de entre 2 y 2,5 M€, una cartera de clientes más corta pero más rentable, concentrando su actividad en torno a sus productos de mayor valor añadido, y, en caso de lograr los objetivos de financiación, dar el salto a la capacidad semiindustrial.
Nada de esto va a pasar finalmente, porque este verano Andreu anunciaba el cese de actividad del proyecto, asegurando que "hemos intentado todo lo que estaba en nuestra mano para seguir operando con normalidad, continuar innovando a la vez que seguíamos creciendo. Cash is king y en este caso pivotar con un entorno tan poco favorable es un trago difícil de digerir". Esa nueva inyección financiera no llegó a materializarse y, como apuntaba Andreu, "no hemos podido superar el muro de los cinco años, ni llegar a demostrar que un sistema alimentario sostenible y respetuoso con el medio ambiente es posible".
Se cierra así la andadura de uno de los proyectos más atractivos y con mayor recorrido en el foodtech nacional durante los últimos años. No sólo por el impacto de su propósito, sino por el alcance de una importante cartera de productos que se extendía desde los aromas a las proteínas vegetales, con parada también en fibra dietética, conservantes o antioxidantes, y el notable cualitativo de sus clientes, entre los que han llegado a figurar multinacionales del sector de ingredientes como IFF o Brenntag, o grandes industriales como Nestlé o Natac. Igualmente destacada es su actividad en innovación abierta, donde ha llegado a forjar colaboraciones junto a Mahou San Miguel, con la que ha desarrollado una harina de bagazo; con Pastisart o con Europastry, a través de su participación en la segunda edición del programa 'Baking the Future'.
Agrosingularity llega al final de su trayectoria tras lograr levantar 2,67 M€ en dos rondas de inversión, en las que han participado fondos como Glocal Managers, Banco Sabadell, a través del programa Bstartup, Green Sherry Ventures, Zubi Capital, Tech Transfer Agrifood, Tokavi Activos, Ship2B, a través de su vehículo de impacto Equity4Good, Toubkal Partners (SeedRocket) y diversos business angels y family offiices.