La creciente preocupación por el impacto en el medioambiente de determinados gases refrigerantes ha ido limitando el empleo de algunos de ellos, con una paulatina reducción en su uso marcada por diferentes normativas, entre ellas la normativa europea F-Gas, a la que se suma, en España, la Ley de Gases Fluorados, que establece un impuesto sobre estos últimos con el fin de desincentivar su uso y fomentar la transición hacia tecnologías más sostenibles.
En este proceso, aunque hay cuatro grupos de refrigerantes alternativos, los hidrocarburos (HCs), el dióxido de carbono (CO2 o R744), el amoníaco (NH3 o R717) y las hidrofluorofelinas (HFOs), han cobrado especial relevancia dos de ellos para los equipos destinados a la distribución alimentaria. Se trata de los hidrocarburos (propano, o R290, e isobutano o R600a) y el dióxido de carbono (CO2 o R744). Ambas opciones tienen un bajo potencial de calentamiento global (PCG), algo necesario dado el calendario establecido en la F-Gas. De hecho, a partir de 2025 se prohibirá el uso de gases fluorados vírgenes con PCA superior a 2.500 en equipos con una carga inferior a 40 t de CO2-eq, permitiéndose el uso de gases reciclados y regenerados hasta 2030. Y, a partir de 2032, no se permitirá el uso de gases fluorados vírgenes con un PCA superior a 750 en equipos de refrigeración (excepto enfriadoras) en operaciones de mantenimiento de equipos existentes, permitiéndose el uso de gases reciclados y regenerados. Para bombas de calor y aparatos de aire acondicionado, a partir de 2026 no podrán utilizarse gases fluorados vírgenes con PCA superior a 2.500 en operaciones de mantenimiento y revisión de equipos y únicamente se permitirá el uso de gases reciclados y regenerados hasta 2032. Finalmente, en el periodo 2032-2035, la mayoría de equipos de potencia superior a 12 kW, deberá funcionar con gases no fluorados.
Dentro del sector español de equipos de refrigeración para distribución alimentaria, ya hace bastante tiempo que el mobiliario fabricado emplea precisamente estas dos opciones. Además, todos los productores coinciden en que las dos alternativas son actualmente las mayoritarias. Para Sergio Isabel Cruz (Carrier Refrigeración Ibérica), “son los gases más adecuados para el sector del FR actualmente con una visión a largo plazo”, algo que también sostiene Gianluca Prevato (Arneg España), quien indica que “no vemos muchas alternativas a corto plazo”. Igualmente, David Casu (Fricon España, que emplea R290 y R600a), señala que estos refrigerantes “tienen aún mucho recorrido”. En su opinión, los equipos cuentan con “un alto grado de eficiencia desde el punto de vista energético y de fiabilidad en su funcionamiento, todo ello combinado con una instalación y un mantenimiento sencillos”.
Diego Ortega Comunian (Epta Iberia) indica que las soluciones tecnológicas halladas (en su caso CO2 para grandes formatos y propano para medianos y pequeños formatos de supermercado) “se han demostrado fiables y sobre todo, sostenibles desde el punto de vista de las prestaciones y la demanda energética”. Además, indica que “no existe hoy en día un refrigerante, más allá de los naturales, que se adecue a las necesidades de cada formato ni que sea fácil de implementar por cuestiones de seguridad e inflamabilidad. Incluso me atrevería a decir que dentro del plan de sostenibilidad de la Unión Europea que tiene como objetivo final el de llegar a ser neutra en emisiones de CO2 en el año 2050 queda fuera del espíritu de la normativa, al menos a día de hoy, cualquier otro refrigerante que no sea natural”.
Pese a la preferencia mayoritaria por los hidrocarburos y el dióxido de carbono, el sector continúa investigando para encontrar posibles alternativas. Así lo apunta Santiago Zorrilla Díaz (AHT Cooling Systems), para quien “efectivamente, las opciones de CO2 y R290, a priori, son la tendencia que va primando para instalaciones frigoríficas, pero eso no quita para que el sector siga buscando otro tipo de soluciones que sean igualmente viables y encajen”. Entre ellas, señala las instalaciones “en gases A2L, los cuales tienen ciertos problemas de inflamabilidad y que, por lo tanto, requieren de unas medidas de seguridad concretas, lo cual supone un hándicap más en su utilización”. Igualmente, para Alfonso Antoñanzas (Exkal), “algunas de las nuevas propuestas en base a refrigerantes de muy bajo GWP y NO inflamables, no están teniendo el desarrollo ni la velocidad esperada”.
Por último, Víctor Roldán (Infrico) coincide en que el CO2 (R744) y el R290 (propano) siguen siendo los refrigerantes más populares en la refrigeración comercial por su bajo PCA y alta eficiencia, especialmente en el sector de la distribución alimentaria. Ambos refrigerantes naturales son ampliamente utilizados debido a sus propiedades ecológicas y su rendimiento en distintas aplicaciones, aunque los nuevos podrían complementarlos en nichos especializados”.