Las previsiones de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) se han cumplido y el verano de 2024 ha vuelto a batir un nuevo récord de temperaturas. Aunque aún nos quedan unos días para dar por terminado el verano, el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), una red de monitorización europea por satélite, ya ha anunciadoque los meses de junio, julio y agosto han sido los más calurosos a nivel mundial desde que hay registros.

La temperatura media mundial de estos tres meses se ha situado 0,69 °C por encima de la media calculada desde principios de los años 90. Temperaturas extremas que no han descendido a una temperatura de confort ni por las noches, olas de calor sucesivas y un consumo energético disparado por el uso del aire acondicionado, son solo algunas de las consecuencias.

Pero al margen de la falta de confort y el pellizco a nuestro bolsillo, la creciente escalada de las temperaturas y la sucesión de veranos tórridos se están traduciendo en un grave problema de salud para nuestra sociedad.

Acabamos de conocer que 2.190 personas han fallecido como consecuencia del calor en estos últimos meses. Son datos que facilita el Panel Momo, elaborado por el Instituto de Salud Carlos III, que actualiza el registro diario de mortalidad en España. La Comunidad de Madrid y Cataluña son las comunidades autónomas más afectadas por los fallecimientos atribuibles al exceso de temperatura y que, lógicamente, es donde más personas mayores de 65 años y en situación de vulnerabilidad viven.

Y como efecto añadido, el planeta también se resiente con los efectos del calor creciente. Los expertos señalan que el clima en España puede pasar de ser mediterráneo a estepario en 2050. Las Danas con lluvias torrenciales e inundaciones como las que estamos viviendo en los últimos días o la grave sequía que se padece en gran parte del país, son solo algunos de sus efectos.

Quizás ahora tocase hablar del frío que se avecina en el próximo otoño e invierno, por supuesto, causante también de graves problemas de salud, mortalidad y pobreza energética. Pero yo quiero que todos aquellos que leen estas líneas piensen en los meses que tienen por delante para aislar sus viviendas y prepararlas para el próximo verano. Contamos con nueve meses para llevar a cabo una intervención de la que nunca nos vamos a arrepentir.

Os pongo el ejemplo de un caso práctico que hemos estudiado en Ursa. Una vivienda sin aislamiento, con doble acristalamiento y sin protección solar puede llegar a alcanzar en épocas de máximo calor una temperatura de 42ºC. Esta misma vivienda con un correcto aislamiento térmico, protección solar y ventilación nocturna llegará a menos de 33ºC. Son unos 10 grados menos de temperatura, que marcan la diferencia en nuestro confort y en nuestro consumo energético, pero también y cada vez más, en nuestra salud y bienestar.

Además de protegernos frente al frío y al calor, son muchas más las ventajas y prestaciones que nos ofrece un buen sistema de aislamiento (acústica, ahorro, seguridad), pero yo hoy solo quiero que recordéis todas las noches en blanco o las siestas imposibles de este verano. Es un argumento más que suficiente para ponernos en marcha y tomar ya una decisión: aislar nuestra vivienda y convertirla en un hogar en el que vivir y disfrutar, también en verano.

Si tu casa no está aislada, abrígala ya hoy para el próximo verano, para ello cuentas con diversas soluciones de aislamiento para rehabilitarla. Si estás en un proceso de compra de una vivienda de segunda mano, asesórate con un experto y analiza incluso lo que no se ve a simple vista (lo más importante en una edificación, es a menudo “invisible a los ojos”). Y si tu decisión es optar por una vivienda nueva, exige al promotor la memoria de calidades centrándote en las partidas y soluciones de aislamiento. Sabemos lo que ha pasado este último verano, preparemos nuestro bien material más preciado para afrontar los próximos. 

Ramón Ros es director general de Ursa