Luis Mateo, director general de Andimat
Los Certificados de Ahorro Energético (CAE) están de celebración. Recientemente este sistema, que se ha convertido en una pieza clave para la transición energética, ha cumplido un año. Tiempo más que suficiente para saber que todavía le queda mucho recorrido y que tiene que afianzarse en el sector residencial.
No olvidemos que el desafío de la descarbonización del parque edificado y el objetivo de la rehabilitación de 1.377.000 viviendas hasta 2030, solo se alcanzará con la ayuda de los CAE residenciales.
Este tipo de CAE favorece que, a través de renovaciones de la envolvente del edificio, se consigan importantes ahorros energéticos y económicos para el propietario o la comunidad de vecinos. Sin embargo, el impulso de los CAE residenciales pasa por que el Gobierno incentive más esta medida teniendo en cuenta toda la vida útil del aislamiento y no solo los ahorros obtenidos en el primer año, como sí aplica Francia.
Cierto es que los CAE son un mecanismo clave para optimizar el consumo energético y reducir la huella de carbono, como dijo la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Sara Aagesen, en el acto en el que se hizo balance de este primer aniversario, pero también es verdad que el grueso de las actuaciones para la mejora de la eficiencia energética se ha desarrollado en pymes e industria.
De las 1.200 actuaciones registradas, que han supuesto 500.000 toneladas menos de CO2 emitidas a la atmósfera y 200 TWh en ahorros de energía, solo 84 han ido destinadas a la rehabilitación de edificios. Esto indica que sólo el 2,2% de las medidas ejecutadas en CAE hasta ahora correspondieron al sector residencial (de ellas, un número no publicado por el Miteco, pero que se puede estimar como muy bajo, fuera para la envolvente, según la realidad que percibimos en el mercado).
Se trata de una cifra insignificante si tenemos en cuenta que la primera intervención en un edificio para reducir la demanda de energía es la renovación de fachadas, cubiertas y ventanas. El motivo es muy claro: el sistema CAE perjudica las actuaciones sobre la envolvente como consecuencia de la contabilización solamente del primer año de los ahorros. La única solución viable para invertir esta tendencia es que los CAE de envolvente y ventanas incluyan los ahorros producidos durante su vida útil.
Por otro lado, en julio de 2024 el Ministerio incluía en el catálogo de medidas en residencial el CAE Social para combatir la pobreza energética. Este concepto, desarrollado por asociaciones como Andimat, Ecodes y Green Building Council España (GBCE), tiene un doble objetivo: impulsar aquellas actuaciones que beneficiarán a hogares vulnerables, como son la intervención en la envolvente y el cambio de ventanas, y hacer atractivas este tipo de actuaciones para los sujetos obligados. Para ello, se ha propuesto un factor de ponderación que incentive los CAE Sociales.
Desafortunadamente, hasta que la administración no resuelva la inclusión de la vida útil en los CAE de envolvente, que también aplica a los CAE Sociales, ni el factor de ponderación de estos últimos, estaremos desaprovechando el potencial de los CAE para alcanzar los objetivos nacionales de descarbonización, ahorro de energía y lucha contra la pobreza energética. No olvidemos que, sin actuar en el sector residencial, estos objetivos son inalcanzables.
Desde Andimat estamos convencidos de que el camino hacia la descarbonización de los edificios debe estar protagonizado por los CAE residenciales, por lo que solicitamos al Gobierno agilidad en la resolución de los problemas mencionados, y quedamos a su disposición para trabajar, junto a otros agentes del sector, en su consolidación y difusión.
Luis Mateo es director general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Materiales Aislantes (Andimat)