El presente dossier completa la serie de resúmenes sobre el sector de Embalaje Logístico elaborados a partir del reportaje publicado sobre este campo el pasado mes de abril. En el mercado de consumibles (se distinguen aquí cuatro categorías, film, fleje, cinta adhesiva, big bags y sacos), al margen de los problemas generales vinculados al mundo logístico (fundamentalmente, el descenso en el consumo y la consecuente caída de pedidos), el sector se enfrenta a un elemento de competencia más: Asia. Desde prácticamente 2005, se percibe la imparable entrada de productos procedentes de economías emergentes asiáticas, en particular China (bien importados de este país directamente o a través de cargamentos que llegan en barcos con otras banderas), con unos precios que en algunos casos son hasta tres veces más baratos que el producto nacional. La sensación es que contra esta práctica es imposible competir, sobre todo en las mercancías de menor valor añadido. Más si cabe a medida que los grandes fabricantes de materia prima han deslocalizado gran parte de su actividad en favor de países asiáticos y de Oriente Medio, lo que ha tenido una extraña repercusión en el mercado europeo de primeras materias, donde la importación de granza suele estar sujeta a gravámenes para compensar posibles prácticas de dumping, unos impuestos que no tienen los productos transformados que llegan de esos mismos países. Surge así una paradoja: los fabricantes de envases no pueden comprar materia prima fuera de la Unión Europea (más barata), lo que encarece el producto final y lo hace aún menos competitivo en el interior y, por descontado, en el exterior. En los últimos ejercicios hemos visto cómo las empresas incluidas en la categoría de los consumibles optaban por diversificar para poder resistir la embestida asiática. Esto ha sido especialmente habitual en el caso del film, donde la opción más socorrida ha sido ir hacia el sector del envasado (donde por exigencias legales y técnicas el producto asiático no ha sido capaz de encontrar su hueco) o, en el caso de seguir vinculado al paletizado, apostar por el stretch hood (un tubo extensible que no necesita aplicación de calor, con el consiguiente ahorro energético para las empresas).
En la actualidad existe una clara política de corte medioambiental orientada a recortar en la medida de lo posible el consumo de materiales de envasado, sobreenvasado y embalaje, especialmente si son plásticos. Una forma fácil de ahorrar costes y, a la vez, mostrar la preocupación por cuestiones como la huella de carbono, un aspecto que en los próximos años parece que va a ser clave a la hora de analizar los costes logísticos. Si se tiene en cuenta que de las cuatro categorías listadas como “consumibles” sólo en una hay un segmento, los flejes, en el que hay opción de emplear otro tipo de materiales (en este caso el acero), queda claro que la percepción es que en los próximos años los volúmenes no sólo no crecerán si no que posiblemente hasta puedan bajar. Eso no será esencialmente negativo si, al igual que sucede en el mundo del envase (donde el aligeramiento del packaging es una prioridad), las reducciones de volumen se consiguen porque técnicamente se hayan desarrollado fórmulas para que con menos producto se obtengan las mismas o mejores propiedades mecánicas. Junto con el aligeramiento, la otra clave está por supuesto en el precio. Vistas las presiones asiáticas, parece imposible que, por mucho avance técnico que se produzca, éste sea suficiente para compensar las diferencias de precios entre productos. Cómo conseguirlo es el gran desafío que tiene por delante un sector que, además, se encuentra cautivo de la evolución del petróleo. En el ejercicio de 2008, se vivió un momento crítico cuando, después de alcanzar su máximo histórico (133 $/barril de Brent), el crudo se desplomó en apenas cinco meses hasta los 40 $/barril generando una descompensación en las cuentas de muchas compañías, que se abastecieron con la materia prima cuando estaba por las nubes y tenían que vender el producto en pleno estallido de la crisis económica y sin poder justificar unos precios que ya no eran acordes con el mercado. El resultado elegido por muchas empresas tuvo que ser vender a pérdida para recuperar algo de lo invertido, lo que a la larga fue, para muchas compañías, su fin. Con todo, de los tres sectores analizados en este reportaje, éste es sin duda el campo que mueve las cifras más elevadas, unos 350 M€, según los datos contables de 41 de las 54 empresas contabilizadas por PuntoMarket en esta categoría. Hay que decir que en esta área hay dos perfiles de empresa muy claros: las que están especializadas en un sector en concreto y, la mayoría, las que reparten su actividad entre varias líneas de negocio por lo general vinculadas al embalaje. Estos dos años han significado la desaparición de varios operadores del sector, un proceso de redimensionamiento que parece que no ha concluido. Se produce además un fenómeno curioso como es que muchos de los líderes de este segmento han sido los más afectados por la crisis, algo que no ocurre en otras áreas del packaging.