El mercado de bienes de consumo pivota en torno a la figura del consumidor, con extensión a todos los niveles del proceso productivo, incluido el packaging. Y la participación de ese consumidor ya no se produce como hace años. Si antaño era él quien reaccionaba, con mejor o peor respuesta, al producto una vez puesto en el mercado, el proceso creativo actual pasa por un análisis pormenorizado del consumidor previo al lanzamiento del producto, con objeto de no fallar el tiro. Actualmente, la llegada de nuevos perfiles como los llamados ‘Millennials’ y ‘Centennials’, principalmente, viene precedida por un minucioso análisis de sus características y necesidades, ya que la estrategia de todos los grandes envasadores pasa por estrechar al máximo los vínculos con el público al que se dirige, para lo cual se necesita tener toda la información que permita predecir su comportamiento futuro.
No son los únicos consumidores que se incorporarán al mercado en los próximos años, pero en todos los casos, la clave será la capacidad que tengan las empresas de conseguir que sus productos no sólo cumplan con aspectos como la seguridad (principal cometido del envase) o la utilidad para facilitar el almacenaje y la rotación, sino que aporten valores y mejoren la experiencia de compra y de consumo. Como se detalla en el último Informe sobre Innovación en Packaging elaborado por Alimarket, de reciente publicación y cuyo contenido resulta accesible a través de este link, existen constatadas estrategias a corto y largo plazo. Con respecto a la primera, las exigencias del consumidor pasan por una mejora de principios como la sostenibilidad del envase, para lo que existen varias posibilidades (empleo de nuevos materiales, de producto reciclado, mayor apuesta por el origen “bio” o ecológico de la materia prima, etc.), algo que coincide con los principios de la Economía Circular, que se intenta imponer en Europa.
Asimismo, el imperio de la imagen será más patente en los próximos años gracias a nuevas técnicas como la impresión digital, que permitirán acabados mucho más perfeccionados y supondrán una gran óptima herramienta de cara a las campañas promocionales. En cuanto al largo plazo, la gran batalla del gran consumo promete ser el desperdicio alimentario, un aspecto que será la base para el desarrollo de envases con propiedades activas e inteligentes; así como la aplicación de la nanotecnología o la industria 4.0, aspectos todos ellos que propiciarán una revolución de mucho más calado, pero para la que aún queda tiempo.