Tras la presentadas a través de un primer artículo, Alimarket Envase muestra el resto de claves que habrá que seguir en el año que ahora comienza para entender la evolución de la industria del packaging en nuestro país.
* España, nuevo polo productivo del embalaje: pese a la caída general del consumo, la estabilidad de las cifras demográficas (en la última década no se han superado los 47 M de habitantes) y las malas previsiones en cuanto a la natalidad, la industria del packaging parece haber redoblado su interés en el mercado español, de forma que nuestro país ha protagonizado alguna de las inversiones más elevadas que se han visto en 2017 en Europa. La palma se la ha llevado el segmento de las latas de bebida con las inversiones de Ball Packaging (100 M€) y Crown Holdings (66 M); pero también en el ámbito del papel-cartón, con desembolsos como el que desarrollará Iberpapel (130 M para entrar en packaging, con papeles MG); el desembolso de Europac en la planta cordobesa de Lucena, adquirida a principios de año, o los casi 150 M€ que esta desembolsando Saica desde 2016 en su centro de El Burgo de Ebro (Zaragoza). Y en el mercado del vidrio, el proyecto más destacado son los 25 M€ que Verallia desarollará en dos de sus plantas españolas.
La fluidez del crédito en la actualidad hace presagiar que en 2018 esta tendencia tendrá continuidad en todos los sectores, como demuestra el interés que tiene DS Smith en montar un nuevo centro productivo en España o los fuertes desembolsos que está ejecutando Novapet para seguir creciendo en nuestro país.
* Etapa de colaboración entre empresas: la necesidad de intercambiar conocimiento y de aprovechar sinergias está detrás de muchas de las operaciones de fusión que se viven en cualquier sector. Pero un proceso de estas característica no siempre está al alcance de todo el mundo ni es deseable por todos. En los últimos dos años se ha vuelto a una fórmula menos agresiva que pasa por una colaboración más estrecha entre empresas de ámbitos a veces muy distintos.
No es nada que suene realmente a nuevo, pero en un momento en el que el modelo imperante era el del liderazgo en un entorno competitivo, volver a un sistema colaborativo representa un giro que parece que vendrá para quedarse. Sobre todo cuando se observa que este paradigma se aplica en empresas locales (caso del acuerdo entre Juvasa y Emérito), multinacionales (Krones y Erema) e incluso entre compañías de perfiles completamente distintos (Gualapack y Aptar). La fórmula está además especialmente indicada para los grandes proyectos de investigación en nuevos materiales y soluciones que acercan el packaing a los modelos establecidos por la Economía Circular, como se ha visto en los proyectos que lideran empresas del tamaño de Danone y Nestle para desarrollar bioPET.
* Momento para el packaging sensorial: junto con la adaptación a los gustos tanto de los antiguos como de los nuevos consumidores, el gran cambio que se prevé que aborde el packaging tiene que ver con su propia esencia. En su larga existencia el packaging ha pasado de ser un herramienta de protección a una de venta. Actualmente, acorde a las nuevas corrientes de marketing, el envase debe de ser también una suerte de generador de experiencias ligado al proceso de compra. Este cambio no ha pillado a contrapié a la industria, que desde hace tiempo cuenta con los medios para cumplir ese papel. Soluciones como las texturas, la realidad aumentada, la creación de efectos frío/calor o el olor ligado a la marca buscan su hueco desde hace tiempo y parece que, como siempre a dosis pequeñas, irán viéndose de forma creciente en los próximos años. La mejora de la experiencia de compra es un objetivo sumamente relevante para toda la industria ligada al gran consumo, y el packaging sensorial puede ser una de las claves para conseguirlo.
* ¿Cuánto crecerán las materias primas?: A todos los niveles, el mercado de materias primas está viviendo un auge de precios que todo el mundo veía como inevitable hace ahora un año. En 2018 no parece que vaya a cambiar esta tendencia, visto como ha sido el comportamiento de precios tanto en papel como en metal o en los principales commodities plásticos.
La duda real no es si los precios subirán o no sino de qué manera, ya que no parece que se vaya a tratar ni de incrementos regulares ni constantes durante todo el año. Por lo pronto, si en papel se esperan aumentos generalizados en los primeros meses de 2018, en el caso del plástico parece que la demanda se ha ralentizado y habrá que esperar un poco más para ver subidas de calado. En el metal, el alza parece asumible en una primera fase, aunque 2017 ha dado más de un susto por las rápidas subidas.
* ¿Adiós, inversores?: en los primeros años de la crisis, muchos grupos que habían experimentado un rápido crecimiento en las campañas previas se encontraron con que tenían que asumir deudas ingentes en un momento en el que los ingresos estaban en caída libre. La solución en muchos casos pasó por agresivos procesos de refinanciación de deuda que dejaban en manos de grupos inversores especializados a varios gigantes del packaging, con la misión de devolver a esas compañías la rentabilidad perdida. A este cambio se sumó la venta de otros grandes grupos en un momento en el que sólo los fondos de inversión y las grandes corporaciones bancarias tenían músculo para hacerse con ellos.
Dado que las empresas de este tipo no suelen permanecer en sus participadas excesivo tiempo, se presenta ahora, fuera de la crisis, un momento inmejorable para obtener réditos. Dicho lo cual, puede que estos grupos salgan de las compañías en las que han invertido, pero no del sector del packaging, que mantiene todo su atractivo. Con casos destacados como el cambio de manos de Husky, la entrada en el capital de Lappi, la venta de Mauser o la adquisición de Faerch Plast ha quedado claro que el interés de los fondos de inversión en el mundo del packaging no se ha limitado a una situación coyuntural como la crisis.