El pasado 15 de septiembre terminó el plazo para presentar enmiendas al proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, un proceso en el que EsPlásticos y otras entidades de la cadena de valor de los plásticos, han hecho llegar sus peticiones y propuestas de mejora a los grupos parlamentarios. Tal y como comunica Anaip, integrada en la mencionada plataforma, desde la industria de los plásticos, y desde el sector de la transformación en particular, se valora positivamente la aprobación de la ley como una oportunidad para potenciar la economía circular y para armonizar medidas a nivel nacional para que las Comunidades Autónomas legislen basándose en ella pero se considera que hay enmiendas que se deberían considerar y aprobar para garantizar la sostenibilidad medioambiental y la viabilidad del sector de envases y embalajes.
La principal alegación del sector es la introducción de la repercusión jurídica del impuesto a los envases plásticos no reutilizables para garantizar su finalidad. Es decir, que los distintos intervinientes en la cadena de valor puedan trasladar la carga del impuesto a la siguiente fase, gravando así el consumo específico de determinados productos y asegurando el derecho del contribuyente de poder repercutir el importe del impuesto a su cliente.
Según los datos que maneja la industria, el impuesto (0,45 €/kg) supone más de un 20% de la cifra de negocio media de las empresas. La compra de materias primas en el sector de la fabricación supone más del 65%. A esto hay que sumarle los recursos energéticos y la mano de obra, con lo que los márgenes de beneficio de las empresas fabricantes suelen ser del 3 o el 4%. En su opinión, si no se incluye la repercusión jurídica, la industria no solo no obtendría beneficios, sino que entraría en importantes pérdidas y se convertiría en inviable.
Asimismo, en consideración de la industria, un impuesto que implique la necesidad de que el contribuyente destine a su pago gran parte de su renta sería confiscatorio, al suponer una carga excesiva y no proporcional. El sector de envases y embalajes tuvo un beneficio bruto anual de aproximadamente 400 M€ y el impuesto propuesto prevé recaudar más de 900 M€.
Buscando objetivos realistas
Otra de las demandas de la industria tiene que ver con los objetivos de reducción del consumo de determinados productos de plástico de un solo uso, que el proyecto de ley sitúa en el 50% en 2026 respecto a 2022 y en el 70% en 2030. Unos objetivos que supondrían la práctica desaparición de los productos afectados y que la industria propone situar en el 30% y el 50% respectivamente para que sean justos, realista y alcanzables. Por otra parte, unas metas tan altas no favorecerán, en su opinión, la reutilización y la prevención de los residuos, sino que se traducirán en la sustitución de los plásticos por otros materiales de un solo uso, muchos de ellos multimateriales, que son más difíciles de reciclar y que generarán tanta o más cantidad de residuos.
Además, recuerdan, esta sustitución puede suponer un importante problema en cuanto a seguridad alimentaria, ya que no existe un material alternativo a los plásticos que ofrezca las mismas garantías. De hecho, la tendencia a reducir el uso de plásticos en los envases ya se ha traducido en un aumento de las alertas alimentarias en la Unión Europea del 17%, tal como se recoge en el sistema de alertas de la UE, RASFF.
La industria también propone modificar el plazo para acreditar la cantidad de plástico reciclado que contienen los productos sujetos al pago del impuesto para dar tiempo a las empresas a adaptarse. Hoy en día, no todas las empresas que ponen productos de plástico reciclado en el mercado disponen de certificaciones de entidades acreditadas y el plazo para obtenerlas suele alargarse por cuestiones administrativas. Por eso, desde el sector se solicita que haya un plazo transitorio para que las compañías tengan tiempo de obtener las certificaciones y que, mientras tanto, se pueda justificar la cantidad de material reciclado mediante una declaración responsable.
Anaip recuerda que, además de incorporar cada vez más cantidad de plástico reciclado en la fabricación de nuevos productos, la industria está invirtiendo en I+D+i para conseguir plásticos procedentes de fuentes renovables así como plásticos biodegradables y compostables que puedan utilizarse en múltiples aplicaciones en las que aporten valor. Al final de su vida útil, algunos se gestionan como los plásticos tradicionales y otros se biodegradan o se compostan. Desde la industria se solicita reducir el tipo impositivo a la mitad (0,23 €/kg) en los envases de plástico de origen renovable así como establecer una exención para determinados productos de plástico compostable, que se depositan y tratan junto a la materia orgánica y a nivel europeo se contabilizan como reciclados.
Qué hacer con los compostables
En Italia, que es el único país de la UE junto con España que está desarrollando un impuesto a los envases plásticos, los compostables se contemplan como un supuesto de no sujeción. Estas diferencias hacen que la industria española pierda competitividad y que se generen ventajas competitivas para ciertos productores en función del país de la Unión desde el que operen.
Estas son las principales demandas del sector de los plásticos respecto al proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, aunque también hay otras peticiones como que se limite la exención a la importación o adquisición intracomunitaria de envases, estableciendo que el límite de 5 kg se ciña al plazo de un mes; o que se establezca una exención para los filmes utilizados para sujetar las mercancías en el transporte que incluyan un contenido en reciclado de al menos un 30%, dado que su uso es obligatorio según la normativa de transporte para evitar el desplazamiento de la carga.
Con sus aportaciones, la industria busca que la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados promueva la sostenibilidad y que no se produzcan sustituciones de materiales basadas únicamente en campañas de imagen, sin análisis de ciclo de vida que las avalen. El sector es consciente de la necesidad de seguir avanzando en el reciclaje y el uso de material reciclado, pero advierte también de que hoy en día no existe una alternativa real que ofrezca los beneficios que proporcionan los plásticos para muchas aplicaciones y que la sustitución por otros materiales puede tener consecuencias más graves para el medio ambiente e incluso la salud de las personas.