El abrigo del edificio
La energía más sostenible es la que no gastamos y, si se construye un hotel bien aislado, las necesidades de climatización artificial disminuyen. En el caso de los edificios terciarios, según datos de la Comisión Europea, el consumo por calefacción y refrigeración supera el 50% de todo el gasto energético. Para rebajar este porcentaje, contamos con fachadas ventiladas, cubiertas vegetales, aislantes (lanas minerales o poliestirenos, fundamentalmente), ventanas con perfiles de puente térmico, que incorporan aislante, y vidrio con doble o triple acristalamiento y de control solar, entre otras soluciones. Su incorporación en el proceso constructivo o de reforma evitarán las fugas de calor en invierno y la entrada del mismo en verano. Así, sólo un vidrio de triple acristalamiento consigue reducir a la mitad las necesidades de climatización, con respecto a uno normal.
Los sistemas de climatización actuales también contribuyen al ahorro energético sin renunciar al diseño, siempre que sean eficientes y su uso esté regulado. Así, con la implantación de sistemas autónomos para el control de la temperatura en cada zona o habitación se pueden alcanzar ahorros del 20 al 30%, según datos de ‘Buderus’. Hay hoteles, como el gaditano ‘Fuerte Conil’, que cuentan con sistemas de desconexión del aire acondicionado ante la apertura de puertas y ventanas. Si estos emisores se combinan con fuentes de energía renovables, el ahorro se multiplica. La implantación de algunos de estos equipos, como los colectores solares térmicos, es obligatoria desde hace cuatro años, por el CTE, para las reformas o nuevas edificaciones con consumos de agua caliente sanitaria (ACS) o con piscinas cubiertas climatizadas. Según la época y la climatología del año, los colectores pueden llegar a cubrir el 100% de la demanda de agua caliente del edificio, evitando el gasto energético de la sala de calderas.
Entre las soluciones más novedosas del mercado está la de ‘ClimateWell’, que proporciona frío a partir del sol. La innovación está basada en un sistema de absorción a través de una tecnología que permite, por primera vez, el almacenamiento de la energía solar térmica para obtener climatización y agua caliente sanitaria de forma continua. El primer proyecto hotelero desarrollado por la empresa es el ‘Sherry Park’ en Jerez, del grupo Hipotels. Otro ejemplo de equipo híbrido es ‘Aquarea’ de Panasonic, que en un mismo sistema ofrece ACS, calor y frío. Así, utiliza el aire para producir agua caliente y calentar o enfriar los edificios, mediante radiadores o ‘fan-coils’. Además, permite su conexión a colectores solares para calentar el agua.
La tierra también puede ser una fuente para obtener calor y refrigeración, a través de la utilización de sistemas de geotermia. Esta técnica, aún poco extendida, se está instalando ya en algunos establecimientos, como la futura ‘Posada de San Marcos’, en Alájar (Huelva), que conseguirá un ahorro del 75% en su factura energética gracias a este sistema. El ‘Palacio de Isora’, establecimiento tinerfeño de la cadena Sol Meliá, también aprovecha el calor de la tierra, en este caso volcánica, para obtener agua caliente. El ahorro energético anual conseguido, respecto a una instalación tradicional, es de un 40% y superior a los 50.000 l de gasóleo.
Hay edificios que, por razones estéticas, para evitar colocar los equipos en sus cubiertas, optan por otras soluciones renovables. Este es el caso del ‘Barceló La Bobadilla’, de Loja (Granada), que ha instalado unas novedosas calderas de biomasa que funcionan con hueso de aceituna. La instalación proporciona calor y agua caliente a todo el establecimiento y ha reducido la factura energética a la mitad, mientras su coste se ha amortizado en tres años, gracias en parte a las ayudas públicas recibidas. Un caso similar es el del hotel ‘Atalaya’, de la localidad guipuzcoana de Irún que, para no romper la estética de su edificio, ha optado por instalar un equipo de micro-cogeneración, que le garantiza calor y agua caliente, independientemente del clima, además de energía eléctrica. Esta última se puede verter a la red y venderla al precio que fije el Gobierno, con el consiguiente beneficio económico, o aprovecharla para consumo propio, ahorrando en la factura eléctrica.