Los actores del alojamiento turístico reemprendieron la puesta en marcha de nuevos establecimientos lo más pronto posible, en cuanto las condiciones de la pandemia lo permitieron, tanto para la finalización de las obras como para la recepción de sus primeros huéspedes. La confianza en el mercado permitió el debut en nuestro país de un buen número de grupos y cadenas, principalmente internacionales. La ciudad de Barcelona recuperó protagonismo, Madrid mantuvo su vigor y se destaparon otras urbes, como Bilbao, Sevilla y Málaga, si bien las tres Islas Baleares se situaron a la cabeza en la distribución geográfica del crecimiento de la oferta. Un desarrollo que, en buena medida, se realizó mediante una transformación radical de antiguos inmuebles hoteleros y con la sostenibilidad como guía.