Para muchos jóvenes Millennials, el cuidado facial consiste en mantener un cutis equilibrado mediante el tratamiento de problemas tan típicos como el acné, la grasa, la sequedad o la deshidratación cutánea. El deseo de tener una piel sana les hace ser prudentes respecto a su tratamiento. De hecho, la mitad de los jóvenes de entre 16 y 24 años en Francia, Alemania, Italia y España prefieren mantener unas pautas de cuidado facial sencillas para no maltratar su piel. Sin embargo, es un colectivo al que le gusta experimentar. En EE.UU., por ejemplo, prácticamente seis de cada diez consumidores de entre 18 y 24 años disfrutan probando nuevos productos para el cuidado de la piel. En este artículo, David Tyrrell, Analista Global de Cuidado de la Piel de Mintel, destaca cinco claves para atraer al consumidor joven hacia el cuidado facial y ayudarle a conseguir una piel saludable.
La luz azul alimenta el miedo al envejecimiento de los jóvenes
A todos los jóvenes les encantan los smartphones, ya sea para navegar por Instagram o para hacer compras online, pese a que sus usuarios se ven expuestos a los efectos de la luz visible de alta energía (luz HEV, por sus siglas en inglés) o “luz azul” durante largos periodos del día. Esta no solo puede elevar los niveles de estrés al provocar trastornos del sueño, sino que también afecta a la piel. Los estudios científicos han demostrado que la exposición a la luz azul y violeta reduce los niveles de carotenoides (antioxidantes) en la piel y produce hiperpigmentación en las pieles de tipo III-IV (tonos marrones claros e intermedios) en mayor medida que la radiación ultravioleta (UV) B. Por consiguiente, cabe esperar que una fuerte exposición a la luz HEV acelere los cambios de pigmentación en la piel y la aparición de líneas de expresión y arrugas.
La lucha contra los efectos perniciosos de la luz azul sobre la piel ofrece a las marcas de cuidado de la piel y suplementos de belleza la oportunidad de copromocionar los beneficios del uso tópico y sistémico de carotenoides naturales y extractos ricos en carotenoides para la salud dermatológica.
Los jóvenes demandan más tratamientos pro-salud cutánea que anti-edad
Hoy en día, los consumidores jóvenes consideran innecesarias las soluciones anti-edad; no en vano, el término ni siquiera se ajusta a su estadio vital. De hecho, solo el 17% de las mujeres españolas de entre 16 y 24 años creen que los factores anti-envejecimiento de los productos de cuidado facial son importantes, porcentaje que se reduce al 9% en el caso de las mujeres francesas del mismo segmento de edad. Los fabricantes tienen la posibilidad de reescribir su tradicional discurso anti-edad, que no cala en este colectivo.
En lugar de utilizar el término anti-edad, sus productos deberían esgrimir un discurso pro-salud que destaque la presencia de ingredientes sanos y naturales, diseñados para el estilo de vida de los jóvenes. Y en ese contexto es donde la luz azul ofrece buenas oportunidades. Las diferentes marcas deberían incorporar la protección contra la luz azul en sus productos para el cuidado de la piel con factor de protección solar, educando a los consumidores en el hecho de que la radiación solar ultravioleta no es el único riesgo lumínico existente e incluyendo ingredientes que reparen y protejan la piel de los usuarios jóvenes frente a la exposición a la luz procedente de los dispositivos electrónicos a largo plazo.
El crecimiento continuo de la K-Beauty en EE.UU. y Europa
Las marcas surcoreanas están diseñando y comercializando productos que combinan elementos propios del bienestar cultural de los consumidores occidentales con nuevos elementos sugerentes y novedosos, capaces de estimular los sentidos. Apelan al deseo de experimentar de los jóvenes, y consiguen que el cuidado de la piel deje de ser un proceso rutinario y se convierta en una experiencia interesante y placentera.
Las mascarillas de celulosa siguen siendo uno de los elementos esenciales del tratamiento diario de la piel en Corea del Sur. Las ventajas que aporta el producto, sobre todo la mejora de la hidratación de la piel, junto a sus connotaciones divertidas e incluso mediáticas (vía Instagram, por ejemplo), han animado a los consumidores jóvenes a probarlas.
La popularidad de estas mascarillas ha dado lugar a la aparición de varias marcas de mascarillas de celulosa de inspiración surcoreana (la denominada K-Beauty o belleza coreana) en Europa en 2017. Estas pueden aumentar su penetración de mercado mediante la introducción de productos diseñados que requieran un tiempo de uso inferior a cinco minutos (frente a los 15-30 minutos típicos de Extremo Oriente), que encajen mejor con los tiempos que suelen dedicar los consumidores europeos al cuidado de la piel.
Los probióticos conquistan a los millennials
El uso de probióticos ha aumentado, con las consiguientes mejoras para la salud y el bienestar general. Un número cada vez mayor de consumidores reconocen que para mantener un aspecto saludable es necesario utilizar productos diseñados para la mejora de la microflora de la piel. En EE.UU., aproximadamente cuatro de cada diez jóvenes millennials consumen probióticos, y un porcentaje similar de ellos están dispuestos a probar productos de cuidado facial con probióticos. Los fabricantes de productos para el cuidado de la piel pueden impulsar el uso de probióticos en aras de mantener un “microbioma cutáneo seguro”, y proyectar una imagen natural, segura y saludable.
En el contexto del cuidado de la piel, el término “probiótico” se refiere a un ingrediente derivado de la fermentación de frutas u hortalizas por parte de un organismo probiótico. Aunque hay diversas alternativas, el rábano y la soja son dos de las más habituales, mientras que el género Lactobacillus, también un ingrediente típico del yogur, se ha convertido en la bacteria productora de ácido láctico más utilizada en los productos de cuidado facial.
La mayoría de las propuestas con lactobacilos no contienen la propia bacteria, sino subproductos del proceso de fermentación obtenido mediante la incubación de la bacteria con frutas y hortalizas, que da como resultado una suspensión nutritiva de aminoácidos, antioxidantes, péptidos y ácido láctico, que hidrata, nutre y protege la piel.
Protección contra la contaminación para ayudar a reducir el acné
La contaminación es un problema global. Además de los graves riesgos que entraña su inhalación, cada vez está más aceptada la relación entre la contaminación, el acné y la inflamación cutánea, que parece afectar a diferentes tipos de piel cada vez con mayor frecuencia. Determinados contaminantes, tales como el ozono troposférico y el dióxido de nitrógeno, pueden inducir estrés oxidativo y agotar las reservas de antioxidantes esenciales para la piel (tales como las vitaminas C y E), necesarios para mantener una piel saludable.
Las marcas de cosméticos deben plantearse la introducción de tratamientos de control del acné que protejan la piel contra los contaminantes nocivos y la agresión de la radiación solar ultravioleta, al tiempo que incrementen los niveles de antioxidantes en la piel. Pueden diseñar productos que refuercen las defensas internas de la piel y la protejan de toda una serie de agresiones externas. Por ejemplo, a raíz de diversos estudios científicos, los retinoides se incorporaron en los tratamientos anti-acné hace varios años. Combinados con otros ingredientes activos, permiten mejorar el cuidado de la piel, al aportar efectos beneficiosos contra el envejecimiento, un tono de piel uniforme y una tez luminosa.
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