Después de las cifras históricas registradas en 2020, con el impulso de la compra en retail alimentada por las restricciones a la hostelería y a la movilidad, el presente ejercicio supone la vuelta a una realidad conocida para el sector lácteo. De momento, el canal retail mantiene unas cifras superiores a los que mostraba antes de la pandemia, justo al contrario de lo que sucede con el consumo extradoméstico. Pero la principal preocupación para los fabricantes no es ahora el balance entre canales sino la certeza de que sus costes se han disparado, sin que nadie se atreva a pronosticar ya cuando se normalizarán. La tensión se palpa en toda la cadena de valor láctea, desde los ganaderos al punto de venta y su manejo se convierte en un elemento estratégico de primer orden para las industrias lecheras, que pueden optar por lanzarse a ganar cuota sacrificando parte del margen o intentar preservarlo subiendo sus precios.