La industria plant-based dibuja actualmente dos realidades muy distintas en nuestro país. A un lado tenemos el sector de bebidas vegetales, que progresa a ritmo del 8,6% en su consumo y su valor de mercado, apoyado en una creciente eficiencia productiva e impulsado por la escalada inflacionista de la leche de consumo. En el otro, encontramos un universo multiproducto en fase de creación de categoría, que sigue enfrentando los desequilibrios propios de su inmadurez y una coyuntura inflacionista sin precedentes en la industria alimentaria, que le ha empujado a vivir una prematura travesía del desierto. De un lado, encontramos interesantes proyectos inversores y operaciones de compra. Del otro, también, si bien ahora la premisa más razonable para la mayoría es sobrevivir.