El sector conservero redujo su producción un 8% en 2021 hasta las 330.429 t, mientras que su caída en valor fue del 5,9%, hasta los 1.651,5 M€. Un año “atípico” condicionado por la evolución de la pandemia a nivel mundial, que provocó el retorno a la normalidad en los hábitos de consumo dentro del hogar mientras se mantenían algunas restricciones al consumo extradoméstico. De forma paralela, se agudizaron los problemas en el aprovisionamiento de materia prima, la energía y los transportes, tal y como ha indicado el secretario general de la patronal conservera Anfaco- Cecopesca, Juan Manuel Vieites durante la presentación anual de resultados del sector de productos del mar. Pese a ello, en palabras de Vieites, el sector mostró “solidez y capacidad de reacción”.
Tal y como se analiza extensamente en el Informe 2022 del sector conservero en España publicado recientemente por Alimarket, en el último ejercicio, el consumo doméstico de las conservas en el interanual a noviembre descendió un 5,4% en volumen y un 3,3% en valor en el último ejercicio, según el Mapa, debido fundamentalmente a la estabilización de la demanda en el hogar tras el efecto acopio de 2020, que no pudo ser compensado por la recuperación del retail y el crecimiento del e-commerce. Estas mismas causas son las que provocaron igualmente una ligera reducción de las exportaciones (-2,3% en volumen), que se vieron afectadas igualmente por los problemas logísticos a nivel mundial, que retrasaron y complicados las operaciones. Pese a ellos, la tasa de exportación se consolida en el 60%, con Italia, Francia, Portugal,Países Bajos y EEUU como principales mercados de destino.
La guerra en Ucrania complica el acceso al aceite de girasol
Las palabras “incertidumbre y preocupación” fueron las más repetidas por Vieites, tanto para describir cómo fue el pasado ejercicio como para referirse al actual, que venía marcado por importantes retos para la industria en términos de innovación, eficiencia, digitalización e internacionalización, pero que se está viendo sacudido por el conflicto armado en Ucrania, un país considerado como “emergente” para la industria conservera, si bien, durante el pasado ejercicio apenas se comercializaron 368 t de conservas en este país (principalmente, atún), por valor de apenas 2,5 M€. En cuanto a Rusia, apenas hay intercambios comerciales con el país debido a la vigencia de la prohibición por parte de Rusia de importar productos alimentarios de la UE en respuesta a las sanciones impuestas por ésta tras la anexión rusa de Crimea.
Pese a ello, la guerra está obligando a las conserveras a activar sus planes de contingencia, debido a que Ucrania es el origen del 70% del aceite de girasol consumido en España, producto muy utilizado por la industria conservera en la elaboración de sus productos y que ya ha duplicado su coste en apenas una semana. En total, según ha explicado, las conserveras consumen anualmente unas 98.000 t de aceites vegetales, principalmente, de girasol. Las conservas enlatadas en aceite de girasol representan el 56% del total, frente al 44% del aceite de oliva. En este contexto, si bien las compañías tenían aseguradas las compras de aceite para los próximos seis meses, el parón de las refinerías del país hace que, según sus cálculos, las provisiones disponibles alcancen tan sólo las próximas 3 semanas, por lo que ya buscan alternativas en mercados como Francia, Brasil, Moldavia o Bulgaria o comienzan a trabajar con otras referencias como el aceite de soja.
Crecimiento sostenible
En cuanto a los retos de la industria en el contexto actual, como ya se ha apuntado, desde la patronal se habla principalmente de la necesidad de reactivar la demanda interna y de dotar de valor a la categoría, adecuándose tanto a los nuevos hábitos de consumo (aumentando la demanda de productos saludables, naturales, de conveniencia o placer) como a los cambios sociodemográficos de la población (hogares conectados, envejecimiento de la población, etc.). Igualmente, se ha indicado la obligación de trabajar en aumentar la eficiencia, la competitividad y la maximización de márgenes, aspectos muy relevantes en el contexto inflacionista actual y de presión en precios y para lo que es clave la transformación industrial y digitalización. La hoja de ruta del sector se completa con un nuevo avance en internacionalización y comunicación y, sobre todo, en innovación industrial y de producto (avanzando en industria 4.0, biotecnología y desarrollo acuícola, entre otros), con el foco puesto en el crecimiento sostenible como clave para la transformación del sector.
