El sector conservero está tratando de sortear la que muchos bautizan como la “tormenta perfecta”, con los costes industriales disparados y una importante bajada de la producción como resultado de un descenso del consumo interno y un estancamiento de la exportación. Esto se ha traducido en una nueva merma de los resultados empresariales, que están teniendo como resultado más evidente una ralentización de una parte de los proyectos industriales, claves para mantener la competitividad del sector, principalmente a nivel internacional, donde se ve cara a cara con potencias como Tailandia, de actualidad por el tratado de libre comercio que negocia la UE con el país del Sudeste Asiático.
En datos, la producción conservera en España cayó un 7,6% en 2022, en línea con el descenso registrado un año antes, mientras que, en valor, la progresión fue del 5,7%, con lo que la industria transformadora de conservas de pescado y marisco quedó cuantificada en 1.745 M€. De forma paralela a este descenso de producción, las importaciones de conservas ya terminadas crecieron por encima del 20% en 2022, con Ecuador, Vietnam y Marruecos como principales países de origen.
Tal y como se explica de forma pormenorizada en el Informe 2023 del sector de conservas y semiconservas de pescado y marisco en España de Alimarket, esta reducción de la actividad industrial responde a un desplome de la demanda interna, como resultado de la inflación. En concreto, según la consultora Circana, las ventas de conservas se redujeron cerca de un 6% en el interanual a noviembre, mientras que que los precios subieron a doble dígito, lo que elevó su valor de mercado en un 5%, evidenciándose de forma paralela un traslado hacia productos básicos, de MDD o de menor valor añadido. Clave en esta evolución fue el comportamiento del atún, que no se salvó del recorte de la demanda por parte de los consumidores. Y, si el consumo interno se vio afectado por la reducción de la capacidad de gasto disponible de la población, lo mismo pasó con la exportación, que cedió en el pasado ejercicio alrededor de un 2% en volumen. Aunque la tasa de exportación siguió creciendo, un dato clave, puesto que se trata del principal motor de la industria.
Estimular el consumo y mejorar la competitividad, estratégicos
Esta situación pone al sector conservero ante de la necesidad de abordar en los próximos años importantes retos, ligados principalmente a la estimulación del consumo interno y externo. Para ello, se torna clave mejorar su competitividad y aumentar el valor añadido de sus elaboraciones para atraer a aquel público que sigue demandando calidad e innovación en las conservas. En este contexto hay que situar el crecimiento que está teniendo, por ejemplo, la conserva en formato pouch, una de las novedades más disruptivas de los últimos años y que empieza a ganar visibilidad en el punto de venta. También hay que encuadrar en este punto el hecho de que la mayor parte de las novedades del último año se posicionen en el segmento medio-alto del mercado. Ante la imposibilidad de competir en precio, la lucha viene por la calidad y la singularidad.
En materia de competitividad, varias son las cuestiones sobre la mesa del sector. La primera está relacionada con la lucha por lograr que el gobierno reduzca el IVA de los productos del mar y apueste por el retraso de la aplicación del impuesto al plástico. También se trabaja para lograr estabilizar el suministro de materias primas, principalmente de atún, pero también de mejillones, una de las especies cuya producción sufrió un mayor bajón en 2022 por la falta de piezas medianas o grandes con las que trabajar. De todos los trabajos realizados en este ámbito, sigue siendo la modernización productiva la principal baza de la industria para ganar eficiencia y productividad. Por segundo año consecutivo, se ha calculado un desembolso de más de 200 M€ entre 2022 y 2023 para llevar a cabo este salto estratégico, incluyendo en este presupuesto las nuevas plantas de Hijos de Carlos Albo, Conservas Cerqueira, Conservas Arlequín, Blady Tuna o Conservas Ana María, a lo que hay que sumar el proyecto de biofábrica que tiene en marcha Jealsa para su centro de Boiro, en el que ya avanzó en 2022 con un presupuesto para el total del ejercicio de 45 M€, a los que sumarán otros 30 M€ en este curso, para crecer también en Brasil.