La tecnología de quinta generación (5G) permitirá conexiones mucho más rápidas y de calidad en el futuro de la hipermovilidad de las comunicaciones y del internet de las cosas (IoT). Las cifras de distribución y penetración de los teléfonos inteligentes son uno de los motivos del impulso de esta tecnología: durante 2014, según la consultora International Data Corporation (IDC), se han distribuido 1.301,1 millones de estos teléfonos en el mundo, un 27,6 % más que el año anterior, y se calcula que hoy en día la mitad de la población adulta ya tiene uno, hasta llegar al 80 % en 2020. En cuanto a España, es el país europeo líder en penetración de smartphones, con un 81% de teléfonos inteligentes sobre el total de móviles.
Para el profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC Ferran Adelantado, «la previsión de un incremento enorme de estos terminales, junto con la adquisición creciente de otros dispositivos móviles (tabletas, wearables, etc.), más la interconexión automática de objetos por medio de internet (IoT), propiciará que la 5G se convierta en 2020 en el sistema de comunicaciones móviles capaz de hacer frente a las necesidades futuras».
Los precios de los teléfonos inteligentes son cada vez más asequibles y una mayor cobertura de la red en todo el mundo provoca en los países desarrollados un despliegue acelerado de las conexiones móviles de banda ancha (informe The Mobile Economy 2015): a finales de 2014 significaban casi el 40 % del total de las conexiones y se prevé que en 2020 lleguen a un 70 %. Adelantado explica que la aparición de la 3G ha supuesto generalizar el acceso de datos a través de los dispositivos móviles y la 4G, todavía en despliegue, significa un incremento significativo de la capacidad y de la velocidad de transmisión de los terminales.
Sin embargo, para que en el futuro se pueda dar un paso exponencial hacia la sociedad de las TIC (ciudades inteligentes, etc.), el experto señala que «la 5G se proyecta como una pieza clave para ese salto». Esta tecnología permitirá conseguir «la ubicuidad (conectarse en cualquier lugar y momento), altas velocidades de transmisión y retrasos pequeños para un número enorme de dispositivos (teléfonos, tabletas, portátiles, sensores, wearables, etc.), y a su vez facilitará nuevos servicios, comunicaciones más fiables y una mejora de la experiencia de los usuarios (quality of experience, QoE) y de la eficiencia energética tanto de los dispositivos móviles como de la red», explica.
Países implicados en el despliegue de la tecnología 5G
El proceso de desarrollo de una tecnología como esta es global. Se trata de un esfuerzo mundial en el que interviene la comunidad científica de todas partes, y especialmente la industria de Europa, los Estados Unidos, China, Japón y Corea del Sur. El objetivo es conseguir redes de 5G para 2020, pero Adelantado explica que Japón y Corea han tomado la iniciativa y tienen previsto desplegar las primeras redes de 5G con motivo de dos acontecimientos mundiales: Corea del Sur en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 y Japón en los Juegos Olímpicos de Verano de 2020. En principio, estas serían las dos primeras experiencias comerciales de 5G.
A pesar de todo, hoy en día mientras la banda ancha móvil representa las tres cuartas partes de las conexiones móviles en el mundo desarrollado, y se prevé que llegue en 2020 al 92 %, en los países en desarrollo esas conexiones representan actualmente menos de una tercera parte. El objetivo es que se llegue cerca de las dos terceras partes al final de esta década.
Una inversión cara, pero clave para la economía y el bienestar
El coste de desarrollo y despliegue de la tecnología 5G es muy alto. Pese a ello, apunta Adelantado, «permitirá avanzar en aspectos clave para la economía y el bienestar». El acceso a esta banda ancha en todo el mundo «facilitará sistemas de comunicación robustos ante desastres naturales, control del tráfico de vehículos, aplicaciones críticas para la salud en línea (monitorización y control de pacientes, cirugía remota, etc.), entre otros», remarca.
El experto explica que surgirán oportunidades de negocio «para todas las empresas que sean capaces de desarrollar aplicaciones que permitan avanzar en este sentido o incorporarlas en su proceso productivo y aumentar su valor añadido». En cuanto al sector de las telecomunicaciones, el alto coste de despliegue de las redes «hará poco viable que cada operadora despliegue su propia red, por lo que se prevé que aparezcan los llamados third parties, propietarios de redes que ofrecerán el uso compartido de la infraestructura a otros operadores», concluye.