Europa: fortalecer la ética y la confianza
Muchas veces, la compra de yogures está condicionada por la costumbre, es decir por la lealtad hacia las marcas. Sin embargo, los consumidores tienen muchas opciones entre las que elegir. La dura competencia en el sector de yogures, en el contexto de la desconfianza de los consumidores hacia la industria de alimentación y bebidas, ha llevado a los fabricantes de yogur a esforzarse por conseguir o reforzar la fidelidad del consumidor. Actualmente, los consumidores europeos adolecen de falta de compromiso y confianza: un 62% de los consumidores españoles piensan que las empresas se preocupan más por obtener beneficios que por fabricar alimentos y bebidas de calidad, mientras que la mitad de los consumidores franceses demuestran más confianza en las pequeñas empresas que en las grandes corporaciones.
Además, el auge de los productos lácteos vegetales está atrayendo la atención de los consumidores hacia el impacto medioambiental de la producción láctea. Un 30% de los consumidores de leche “Millennials” británicos creen que la producción lechera tiene un impacto negativo para el medio ambiente, y el 38% de los consumidores alemanes de entre 25 y 34 años opinan que el yogur vegetal es menos perjudicial para el entorno que el yogur lácteo.
Sin embargo, las marcas de productos lácteos no son las únicas que deben demostrar su compromiso ético. A medida que la preocupación por la sostenibilidad aumenta entre los consumidores, las marcas de productos lácteos vegetales tampoco escapan al escrutinio. Durante los últimos años, las marcas lácteas han optado por la transparencia en torno a la procedencia de la leche, utilizando producción lechera local, y mostrando información sobre los ganaderos y las reses. Asimismo, las marcas de productos vegetales deberán detallar el origen geográfico de sus ingredientes y prestar atención a la trazabilidad y la transparencia. El hecho de declarar la procedencia de los ingredientes en el envase demuestra un control respecto al origen de los mismos. Esto puede atenuar la preocupación de los consumidores por la presencia de ingredientes ocultos. En general, los consumidores europeos son más proclives a confiar en un alimento o bebida si el envase explica el origen de los ingredientes.