El sector conservero garantiza el abastecimiento pese al exponencial crecimiento de su demanda

La crisis del Covid-19 ha tenido una especial incidencia en el sector conservero, al ser considerado como uno de los productos más básicos de la alimentación, en especial, las conservas de atún, sardinillas y mejillones. De hecho, según Nielsen, su demanda se incrementó un 12% en retail en la primera semana de la crisis, del 2 al 8 de marzo, porcentaje que ha ido creciendo en las últimas semanas hasta alcanzar el 30% con picos que han llegado a triplicar los pedidos realizados por las cadenas a las conserveras en una semana normal.

Según el secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conserva, Anfaco-Cecopesca, Juan Manuel Vieites, “en los primeros días tras decretarse el estado de alarma se produjeron las ventas previstas para meses. Sin embargo, tras este tirón inicial, la demanda tiende a estabilizarse bajo un patrón de consumo estable”. Pese a este alto nivel de demanda, desde Anfaco, así como algunas de las conserveras consultadas, coinciden en garantizar el abastecimiento de conservas, ya que la mayor parte de las compañías cuentan con pescado en stock suficiente para responder a la demanda de los próximos meses.

Prioridades: Seguridad laboral y materias primas

Sin embargo, desde el sector se teme tanto por la escasez de medios de protección adecuados para los trabajadores como por las medidas que se puedan tomar en relación al cese de actividad en nuevos sectores, lo que puede dificultar la consecución de materias primas y materiales necesarios para el desarrollo de su actividad, como puede ser todo tipo de envases y embalajes (desde las latas hasta el cartoncillo en el que se comercializan). De hecho, desde Anfaco ya se contactó hace unas semanas con el Gobierno para solicitar que no se prohibiera el trabajo en las industrias auxiliares que, finalmente, han quedado excluidas del cese de actividad en sectores no esenciales decretado por el Ejecutivo.

En el caso de los trabajadores, además, se da la circunstancia de que, con las conserveras trabajando al 100% de su capacidad, algunas han tenido que contratar nuevos trabajadores para poder responder a los pedidos. Así, por ejemplo, la pontevedresa Conservas Portomar ha incrementado su plantilla en un 10% y Grupo Calvo ha incorporado 50 nuevos trabajadores a su fábrica de Carballo (A Coruña) para poder poner en marcha el denonimado “cuarto turno”, el correspondiente a sábados, domingos y festivos.

Con un mayor número de personas en sus centros, en todas las compañías se están extremando las precauciones en cuanto a distancia de seguridad, reducción de simultaneidad, refuerzo de los sistemas de limpieza y desinfección, etc., así como maximizando los esfuerzos para lograr EPIs suficientes para todos los trabajadores, uno de los principales problemas a los que se está enfrentando el sector, que ha visto cómo algunas plantas han tenido que cerrar por la falta de equipos de protección adecuados para sus trabajadores. “Existe una gran demanda de estos equipos, lo cual, unido a las complicaciones logísticas internacionales por las restricciones impuestas, suponen un reto”, afirma Vieites.

Exportación y hostelería, resentidos

Pese a todas las dificultades, el sector es uno de los que mejor está superando esta crisis, ya que, a la buena evolución del negocio en retail se une el mantenimiento del grueso de las exportaciones, que representan casi el 50% de las ventas totales del sector, y que, pese a los retrasos derivados del control de fronteras establecido entre países de la UE, se están consiguiendo realizar. Aunque se reconocen importantes bajadas en países como China o Italia, principal país de destino de las conservas elaboradas en España. De hecho, tal y como figura en el Informe 2020 del sector, alrededor del 20% de las ventas exteriores realizadas por la industria tuvieron por destino el país transalpino.

Como nota negativa, el impacto que está teniendo la crisis en las ventas a hostelería o al canal gourmet, en el que, por otro lado, se habían especializado algunas pequeñas compañías en los últimos años. El cierre de los establecimientos de horeca y de las tiendas delicatessen, unidos a la dependencia de algunas de estas compañías del pescado diario de las lonjas, actualmente sin apenas actividad ante los problemas del sector pesquero para garantizar la seguridad de sus trabajadores, han hecho que, tal y como reconoce Vieites “algunas de estas compañías se hayan visto abocadas a tomar medidas de ajuste, acogiéndose a las herramientas propuestas por el gobierno o mediante acuerdos específicos”.

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