A finales de 2020, el Parlamento Europeo rechazó la enmienda que pretendía limitar el uso de las denominaciones cárnicas a los productos con carne, a pesar de que ésta obtuvo el apoyo de la Comisión de Agricultura de la cámara. También se presentaron otras propuestas proveganas, como permitir el uso de términos lácteos -queso, por ejemplo- para denominar alternativas vegetales, que tampoco prosperaron a pesar de la contradicción entre ambas decisiones.
Las cifras de mercado demuestran la creciente demanda de estos productos por parte de la ciudadanía. Según datos de la consultora Nielsen, los productos plant-based han registrado un crecimiento récord del 48% en España en tan solo dos años, alcanzando los 448 M€. Por su parte, el volumen de ventas aumentó un 20%. Esta corriente se ha materializado en una auténtica explosión de nuevas referencias por parte de gran cantidad de productoras y comercializadoras. En los primeros seis meses del año, según un cómputo de Alimarket Gran Consumo, más de una docena de empresas han introducido por primera vez algún producto a base de proteína vegetal en su catálogo.
Y es que no solo las compañías especializadas en dicho tipo de alimentación, como Heura Food, Hello Plant Foods, Sorribas o Soria Natural, han apostado por productos de este tipo. Es destacable, en este sentido, cómo muchas empresas comercializadoras cárnicas ofrecen en la actualidad dichas alternativas. Aves Nobles y Derivados, Campofrío, ElPozo, Embotits Eleboeck, Embotits Espina, Grupo M.R.M, Noel, Joaquim Albertí, Palacios, Productos Florida, Unilever y Vall Companys son algunas de las compañías del sector que han lanzado referencias plant-based en los últimos ejercicios.
Respecto a las cadenas distribuidoras, es reseñable la apuesta de grandes actores del libre servicio en España por estos preparados en 2021. Así, Lidl ha ampliado su oferta con réplicas no cárnicas de escalopines, picada y bratwurst, que se suman a la alternativa plant-based del formato hamburguesa que comenzó a vender en 2020. Además, ha lanzado en exclusiva la marca ‘Vemondo’ con un surtido de más de 140 referencias veganas y vegetarianas. Por su parte, Aldi ha firmado un acuerdo con Heura Foods para comercializar dos de sus referencias y Mercadona también ha incluido en sus lineales alternativas cárnicas en estos formatos, que produce Nestlé España.
La decisión del Parlamento Europeo deja plenamente vigente la normativa nacional. En nuestro país, el Real Decreto 474/2014 -que aprueba la norma de calidad de productos cárnicos- incluye, en su Anexo II, un listado de términos que reconoce como “derivados cárnicos tradicionales y denominaciones consagradas por el uso”. Esta publicación, según señala el sector, “impide el uso de términos cárnicos en los productos sin carne”. Hamburguesa, fuet, longaniza, morcilla y salchicha son algunos de los muchos conceptos reseñados en el texto legal.
Varias organizaciones representantes del sector cárnico español expresaron su malestar para con la decisión del Parlamento Europeo e hicieron hincapié en que dichas clasificaciones están destinadas para productos de origen animal y, como tales, su uso en compuestos plant-based podía generar confusión a la hora de adquirirlos. Desde Anice, por ejemplo, destacaban que dichos productos “pueden inducir a error a los consumidores sobre su verdadera naturaleza y composición, puesto que, por su tecnología de producción, ingredientes y cualidades nutricionales, poseen unas características nutritivas muy diferentes a los productos de origen cárnico” con los que comparten denominación.
Más contundente fueron desde la federación Fecic, al asegurar que los fabricantes de platos con base vegetal utilizan los nombres de manipulados cárnicos “para aprovechar así la reputación de los productos originales”, esto es, los de base animal. “Se aprovechan deliberadamente de la notoriedad y la tradición de las denominaciones más exitosas del sector cárnico con el único propósito de atraer la atención de los consumidores, incluso arriesgándose a inducirlos a pensar que son sustitutos válidos en términos de sabor, valores nutricionales o papel en una dieta sana y equilibrada”.
Provacuno incluso puso en marcha en mayo la campaña BuscalesUnNombre.com para elegir cómo denominar a los productos plant-based que se comercializan bajo el concepto hamburguesa. En un mes recibieron casi 2.000 propuestas y el elegido -por parte de un jurado de expertos- fue “Verduguesa”. “Ahora, la intención es llevar el nombre a Bruselas para que la Unión Europea lo acepte como alternativa”, señala la asociación.
La presencia de cárnicos en una alimentación saludable y completa es uno de los argumentos que esgrime el sector en la defensa de la materia prima. La carne y sus derivados forman parte de la dieta mediterránea, “una de las más saludables del mundo según los científicos y reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, destaca Asici. Estos productos cuentan gran cantidad de componentes nutritivos presentes en ellos de forma natural -rasgo que no comparten con la gran mayoría de creaciones plant-based- y que, en una dieta vegana, deben ser suministrados a base de suplementos vitamínicos. Por ello, el sector se niega a aplicar el término “sustitutivo” a estos productos. “Determinadas vitaminas, proteínas y minerales sólo están en la carne”, resume Provacuno. “Los ultraprocesados vegetales no dejan de ser una mezcla de muchos ingredientes donde destacan los aditivos, saborizantes, extractos, trazas y esencias, y todo esto para que parezca carne, pero sin ser carne”.
Es de destacar que ni las compañías ni las organizaciones representantes del sector cárnico-ganadero se posicionan en contra de dicho tipo de preparado. “Es una corriente de fondo que entendemos que tendrá largo recorrido y las empresas, en su condición de proveedoras de alimentos a la sociedad, deben adaptarse ante estas nuevas tendencias, que en ningún caso podemos calificar de esporádicas”, agregan desde Fecic. De hecho, las interprofesionales cárnicas destacan el “respeto a todas las opciones de alimentación” y la libre elección del consumidor a la hora de su proceso de compra e ingesta, así como “un consumo moderado, equilibrado y en las cantidades recomendadas no solo de carne y derivados cárnicos, sino de todos los grupos de alimentos”. No obstante, hacen hincapié en la necesidad de diferenciar qué es carne y qué no, de incluir producto de origen animal en la dieta y de evitar “la discriminación y el desprestigio hacia la carne”, como señalan desde Asici.
Una de las polémicas más destacadas que se han producido este año, en este sentido, surgió del propio Gobierno. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, fue el protagonista de la controversia a través de un vídeo que él mismo compartió por sus redes sociales. En él señalaba, entre otros detalles, el elevado consumo de carne por parte de la población española -entre dos y cinco veces superior al recomendable, según la Estrategia Nacional España 2050-; y que los altos niveles de producción e ingesta de esta materia prima eran un “problema” que se debe “solucionar lo antes posible”. “Perjudica a nuestra salud individual y también a nuestro planeta”, comentaba. Estas declaraciones perturbaron al sector ganadero-cárnico, que no dudó en defenderse. En una misiva enviada al ministro, destacaba cuestiones como su aportación a la economía (9.145 M€ en exportaciones en 2020, según los datos del Icex) y a la generación de empleo (2,5 M, según la FAO), así como también sus “fuertes compromisos en los ámbitos de la sostenibilidad y la transición hacia modelos de producción basados en la neutralidad climática y la circularidad”.
Asimismo, defienden el impacto positivo de la producción ganadero-cárnica como “instrumento esencial” de la sostenibilidad del medio rural, tanto a nivel natural como social. Una de las conclusiones del diálogo independiente “La cadena ganadero-cárnica y el cumplimiento de los ODS: retos y desafíos futuros” (promovida por Interporc en el marco de participación de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU) destaca la dinamización económica de esta actividad en pequeños núcleos urbanos, al generar puestos de trabajo, facilitar servicios e impulsar infraestructuras. Todo ello favorece la permanencia de jóvenes y familias en estos núcleos rurales y evita la despoblación.
Por otra parte, desde Asici destacan la contribución de la cría de cerdo ibérico al mantenimiento de la dehesa y su biodiversidad. “El manejo ganadero que en ella se realiza refuerza la regeneración de la tierra, proporciona alimento a los futuros crecimientos vegetales y contribuye a la mitigación del cambio climático ayudando en la prevención de incendios. Y, por si fuera poco, de ella nacen productos de máxima calidad”, resumen.