El sector español del dulce, que engloba las categorías de cacao-chocolates, panadería, pastelería-bollería, galletas, turrones y chicles-caramelos, mostró un sólido desempeño en 2023 cerrando con todos los parámetros en positivo tras haber superando los efectos que, tan solo un año antes, había provocado la inflación tanto en la producción como en el consumo.
El Informe del sector del dulce en España 2023 realizado por la Asociación Española del Dulce (Produlce) habla de un incremento en la producción del sector del 1,3% (1.613 Mt), mientras que su facturación se disparó un 12,2% hasta los 7.580 M€, por efecto de la inflación.
“Tras un año de estancamiento, este crecimiento supone una buena noticia para el sector y demuestra los esfuerzos de contención que han hecho las empresas buscando el menor impacto posible en la cesta de la compra”, ha apuntado Rubén Moreno, secretario general de Produlce.
No obstante, detrás de estos números, como en años anteriores, sigue habiendo notables diferencias entre la evolución del consumo nacional y la exportación, que se consolida como la principal vía de crecimiento y palanca clave para categorías como las galletas o los caramelos, el sector más internacional, aportando más del 33% de las ventas totales que la industria del dulce realizó en el exterior en el último año. En 2023, las exportaciones crecieron un 1,4%, hasta los 646.000 t, con un total de 2.310 M€ (+18,4%), cifra récord para el sector, que ya se sitúa como el sexto más exportador en el conjunto de la industria alimentaria española.
En cuanto al consumo nacional, tuvo un comportamiento más moderado, aunque también en positivo, recuperando el terreno perdido en 2022. En concreto, en el ámbito doméstico, las ventas de galletas, panadería, pastelería-bollería, caramelos y chicles, cacao y turrones crecieron un 1,5%, situándose en 1,28 Mt, por valor de 6.617 M€, un 10,6% más. Por categorías, el grueso evolucionó en positivo, con progresos que van desde el 3,6% de los caramelos al 2% de las galletas en términos de volumen. La única nota negativa en cuanto al consumo lo registraron los productos de cacao, que bajaron sus ventas un 1,8%.
Pese a ello, en términos absolutos, la categoría de cacao y chocolate sigue liderando la industria del dulce en España, con una facturación en el último año de 1.857 M€, seguido por galletas (1.702 M€), caramelos y chicles (1.396 M€), pastelería y bollería (1.288 M€), panadería (954 M€), caramelos y chicles (733 M€) y turrones y mazapanes (348 M€); en volumen, por su parte, son las galletas las que se muestran en cabeza, con 480.000 t producidas en el último ejercicio (+4,1%). Por detrás figuran el pan (354.000 t), los chicles y caramelos (301.000 t), los chocolates (250.500 t), los productos de bollería (229.000 t) y los turrones (30.000 t). De entre todas, tan solo el cacao (-1,8%), los caramelos (-1,3%) y los turrones (-1,5%), han reducido producción en el último año.
Como ya se apuntaba, frente a la tímida recuperación del mercado interno, las exportaciones mostraron un gran desempeño lo que, en palabras de Rubén Moreno, ha sido posible gracias a la gran competitividad que demuestra la industria española del dulce española. Esto permitió que en 2023 se volviera a batir un récord en las exportaciones, con más de 2.300 M€ de facturación en el exterior y más de 680.000 t comercializadas fuera de nuestras fronteras, unas ventas exteriores cada vez más concentradas en Europa a causa, nuevamente, de la inflación y el incremento del coste de la logística internacional. Así las ventas dentro del continente crecieron un 23%, hasta sumar 1.674 M€; América, Asia y África se posicionan por detrás de Europa como destinos preferentes de los dulces producidos en España. Y, dentro del continente, Francia y Portugal se sitúan como los dos países de referencia, mientras que EEUU se mantiene en tercera posición y Reino Unido escala a la cuarta, desplazando a Marruecos.
Por categorías, los caramelos y chicles se afianzaron en la primera posición de las ventas al exterior del sector, con unas exportaciones por valor de 779 M€. Le siguieron galletas (629 M), cacao y chocolate (573 M), bollería y pastelería (175 M), panificación (84 M) y turrones y mazapanes, una categoría que, pese a que aportó apenas 70 M, logra consolidarse como la tercer mayor contribuyente al saldo comercial del sector, una balanza comercial que, por otro lado, se situó casi en 963,5 M€, si bien las importaciones también progresaron en el último año tanto en volumen (+2,3%) como en valor (+14,3%).
Al igual que ya había ocurrido en años anteriores, además de provocar una contención en el consumo, la inflación ha afectado también a la innovación que ha dejado de ser "radical", para situar el rediseño de productos o la ampliación de gama como las actuaciones más destacadas de la industria. En concreto, el 37,7% de las innovación del sector han correspondido a ampliaciones de catálogo, mientras que el rediseño de producto (reformulaciones y nuevos packaging) han supuesto el 28% del total. Mención especial merecen, no obstante, los sectores de turrones y el de panificación, que han mantenido un alto nivel de innovación. Las novedades que pueden ser consideradas como disruptivas representaron en el último ejercicio en ambas categorías más del 20% del total.
Si 2023 fue un año complicado por la inflación y su impacto en el consumo, desde Produlce, prevén que 2024 siga siendo un ejercicio retador. "La industria del dulce se mantiene en una senda de crecimiento cada vez más equilibrado, motivado por la gran diversidad que caracteriza a este mercado, la capacidad de adaptación de la industria y la apuesta por la innovación. Esta buena evolución de todos los indicadores invita al optimismo, pero también a la prudencia, debido a condicionantes como las tensiones inflacionistas, motivadas por la volatilidad en los mercados de materias primas, los costes energéticos, etc., que impactan sobre la competitividad de nuestras compañías”, indica Rubén Moreno. En el punto de mira, se encuentra actualmente el coste del cacao, disparado en los mercados internacionales por la reducción de su producción mundial en un contexto de notable aumento de su demanda, lo que está suponiendo un “shock” para los productores de derivados del cacao y chocolates españoles. A esto se unen las nuevas regulaciones europeas orientadas a luchas contra la deforestación, que obliga a trazar de forma precisa las importaciones de un buen número de materias primas como es el cacao, lo cual se prevé que suponga una reducción del volumen disponible para los operadores, con el consiguiente aumento de precios.